EL MODELO SUIZO

Focus: Economía
Fecha: 05/10/2017

Se ha pasado el Rubicón. La suerte está echada. Ya no habrá vuelta atrás. Catalunya ha iniciado el camino definitivo hacia la independencia, con el apoyo mayoritario de sus ciudadanos, a pesar de la extrema agresividad de un aparato represivo digno de los genes fascistas de un Estado corrupto y violento. Ahora hay que centrarse en la operativa. No hay nada peor que planificar bien y luego gestionar mal. El pueblo catalán se merece ese último esfuerzo.

Vayamos pues directos hacia la economía, la producción, distribución y consumo de productos y servicios, que la ortodoxia dominante continúa considerando escasos.

Centrémonos en el comercio, algo consustancial a la cultura catalana. ¿A quién comprar? ¿A quién vender? ¿Con quién asociarse?

Que en el Estado Español la ignorancia sobre temas internacionales haya sido siempre un factor dominante, no es de extrañar. Ellos continúan creyendo que con el castellano basta. Esto no es más que una derivada del síndrome “que inventen ellos”. Despreciaron y continúan despreciando la recomendación de Joaquín Costa: “Escuela, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”.

Desde hace treinta años, y de forma lenta y dificultosa, los españoles han ido digiriendo su integración en un club de mayor dimensión (la Unión Europea), lo que ha supuesto una cierta ampliación de miras, aunque limitada a sus capacidades.  Los sucesivos gobiernos PPSOE han sacralizado este vínculo y lo han presentado como la panacea universal.

Lo cierto es que la Unión Europea en las últimas dos décadas ha sido una máquina de producción de errores. El último y más sonado ha consistido en “almacenar” a miles de refugiados en una especie de “no man’s land” del territorio turco, bajo el control del dictador Erdogan, quien cobra graciosos honorarios por el trabajo sucio encomendado. Con la colaboración de los medios convencionales, el “problema de los refugiados” ha dejado de existir.

Por eso resulta chocante que, tanto los actuales miembros del gobierno Rajoy como los miembros de la Comisión Europea, insistan en que una Catalunya independiente no podría entrar en su exclusivo club. Lo de exclusivo es una broma, porque ha pasado de seis a veintiocho.

También me parece llamativo que algunos políticos y economistas catalanes insistan en que la Unión Europea es el hogar ideal para una Catalunya independiente. Y esto es más grave, porque el nivel educativo (en el sentido lato del término) es mayor en Catalunya que en el Estado Español. Deberían documentarse mejor.

El primer error respecto a esta interpretación es territorial. Como hubiera podido decir el gran profesor Vilà Valentí: “Saben poca geografía”. Europa es un continente que cuenta con cincuenta países, siendo Rusia el mayor en extensión y en población. Y dentro de este territorio hay numerosos clubs privados, algunos insertos en el interior de otros. Por ejemplo, la Eurozona es un club dentro de la Unión Europea, pero no todos los miembros de esta última son miembros de la primera. Luego está el Espacio Schengen, el Consejo Nórdico, la Asamblea Báltica, el Benelux, el Grupo de Visegrad, el Triángulo de Weimar, etc.

Me dejo para el final los dos más interesantes. El primero es la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) que compite directamente con la Unión Europea y que ahora tendrá la posibilidad de integrar a un tercero (el Reino Unido), que decidió, a través de un referéndum, salirse de ella. La EFTA es lo que expresan sus siglas, nada más y nada menos. Tiene una estructura ligerísima, frente al mastodonte burocrático de la UE en Bruselas. Sus socios son Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein. La EFTA tiene una arquitectura aduanera muy simple: libertad de comercio a coste cero.

Pero para comprender la EFTA hay que dar un paso más en dirección al otro club: el Espacio Económico Europeo. Y este extenso club (fruto de un acuerdo entre la UE y la EFTA) es el que permite participar a los miembros de la EFTA en el mercado interior de la Unión Europea y a la recíproca. De nuevo: libertad de comercio. No hemos hablado de Suiza porque también en esto son una excepción. Son miembros de la EFTA pero no del Espacio Económico Europeo, porque la población así lo decidió en un referéndum en 1992.

¿Y qué significó este resultado para Suiza? Nada negativo, sino todo lo contrario, porque firmaron acuerdos bilaterales con aquellos países con los que comerciaban, bajo las mismas condiciones del Espacio Económico Europeo. La bilateralidad es un viejo y probado camino de cómo ajustar las relaciones comerciales con los partners adecuados,  tanto desde la óptica de la oferta como de la demanda. Es más trabajoso, pero mucho más racional, desde una lectura económica desprejuiciada.

Y es que como explica muy bien Tomàs Casas, un profesor catalán de la universidad de Saint Gallen, si cuentas con buenas instituciones (potentes pero ligeras) no necesitas protegerte bajo ningún paraguas. Por eso Suiza tiene un acuerdo de libre comercio con China, mientras que la UE (dada su gran diversidad en términos macroeconómicos) ni se lo plantea.

Catalunya debe reforzar ahora sus instituciones, dándoles el signo de calidad que no tiene el Estado Español. Las claves económicas son libre comercio y bilateralidad.

Dejaremos para otro día los aspectos geopolíticos de una Catalunya independiente. Son también importantes, aunque no tan prioritarios. Dediquémonos a seguir el plan trazado.

Y que quede bien claro: Esta web tiene una voluntaria orientación hacia el mundo de la empresa y la economía, pero no por ello pretende ocultar un posicionamiento político. Frente a los sucesos del primero de octubre, que constituyeron la traca final de una larga infamia, ni olvido ni perdono.

Alf Duran Corner

 

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