SALARIOS Y PRODUCTIVIDAD

Focus: Economía
Fecha: 16/06/2017

En un sistema capitalista, aunque en muchas ocasiones la plutocracia del Estado español ponga trabas al flujo natural de la vida económica, los salarios deben ir ligados a la productividad. Es una ley razonable que todo el mundo puede comprender.

Es por ello que cuando esa productividad mejora ostensiblemente, la masa salarial aumenta, en paralelo al aumento del valor añadido.

En mercados competitivos y abiertos, donde la gestión se hace más difícil y el riesgo es mayor, los salarios  –en particular del equipo directivo–  se disparan si los beneficios superan los objetivos.

Pero en mercados cerrados, cautivos, monopolizados u oligopolizados, donde no existe propiamente competencia, los salarios deben corresponder únicamente al tándem productividad-eficiencia. Las exigencias estratégicas son mínimas.

Los anglosajones tienen muy clara la diferencia entre the things right and the right things, entre la eficiencia y la eficacia. Ello les permite declarar que se pueden hacer eficientemente cosas absolutamente inútiles.

Ello nos lleva a la conclusión de que no se puede remunerar igual a los empleados que operan en mercados abiertos que a aquellos que lo hacen en mercados protegidos.

Sorprende entonces el caso de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona), empresa que agrupa los medios públicos de transporte de Barcelona y el área metropolitana, y que pertenece al Ayuntamiento de Barcelona.

Opera en un mercado cerrado, en un régimen de monopolio, sin amenazas competitivas de ningún género. Sus directivos y empleados se han de limitar a hacer lo que indica el manual, y a hacerlo tan eficientemente como sea posible. No hay sorpresas. Tampoco hay riesgo.

Pues en esa empresa (casi un ministerio) hay 304 personas cuyos salarios están fuera de convenio, es decir, son casi secreto de estado. O lo eran, porque la presión de distintos colectivos ha obligado al consejo de TMB a hacerlos explícitos. Entonces ha aparecido el marrón, que viene de lejos, sobre todo del largo período en el que el PSC, con la anuencia de ICV, dirigió el Ayuntamiento y transformó la TMB en un receptáculo para colocar a políticos en desuso. Políticos transformados en ejecutivos con sueldos brutos anuales del orden de 200.000 euros.

Después del escándalo ha habido un ligero reajuste y ahora los salarios se mueven entre 150.000 (los más altos) y 50.000 (los más bajos), siempre del personal fuera de convenio (304). El resto de empleados (unos 7.500) tienen salarios del nivel de un empleado público corriente.

La huelga del metro tiene fundamentos que no tiene nada que ver con los salarios, ni con los eventuales, ni con  los horarios, ni con nada relacionado con los contratos de trabajo habituales. Es un tema de mayor calado.

El problema que tiene la señora Colau, como máxima autoridad del Ayuntamiento, es que gobierna en coalición con el PSC, que es el mismo grupo que ha gestionado esa institución durante largos años y que ha dejado claras muestras de su sesgo hacia el amiguismo político y de su incompetencia. Si la señora Colau y su equipo tuviera cierta experiencia en la gestión de recursos públicos  –hecho que no ocurre–  habrían hecho una limpieza en profundidad de TMB, donde al margen del personal directamente operativo (que cumple una función real), los demás sobran.

No se puede vivir siempre arrimándose al pesebre del poder, ni se puede aprender a gestionar en un cursillo de fin de semana.

Alf Duran Corner

 

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