CASTOR: UN GRAN NEGOCIO PARA LAS "CLASES EXTRACTIVAS"

Focus: Sociedad
Fecha: 13/06/2014

Por si alguien lo ha olvidado, vamos a recordar la definición de “clases extractivas” que hicieron los economistas Acemoglu y Robinson, en su libro “Por qué fracasan los países”: colectivo social que, sin crear riqueza nueva, es capaz de detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio.

Más claro el agua. El Estado Español es probablemente uno de los Estados que más ha propiciado la implantación y desarrollo de este particular segmento. Aquí están sus argumentos: Su base nacionalcatólica, su oligarquía histórica, la alianza entre la cruz y la espada, su rechazo a la libertad de pensamiento y también a la libertad de mercado, su desprecio por la Revolución Industrial, su centralismo político.

La red del AVE es el mejor ejemplo. No era necesaria, ni prioritaria. Pan y circo. Pero las “clases extractivas” han hecho su agosto, y lo han hecho con desmesura.

Ahora tenemos el caso del Castor, una plataforma vinculada a un almacén subterráneo para almacenar gas, como medida para asegurar el suministro en un caso hipotético de corte súbito. Los geólogos dicen que su instalación ha sido un error, pues no se calculó con rigor el riesgo que conllevaba. Probablemente se desmontará o quedará en stand-by. Y aquí paz y allá gloria.

¿Qué podemos decir desde un punto de vista político y económico? Que es una estafa que pagarán los ciudadanos con sus impuestos. El diseño es el habitual: la Administración Pública (en este caso el gobierno del señor Rodríguez Zapatero) vendió la conveniencia del proyecto. Se hicieron varios estudios previos, en los que intervinieron los amigos y conocidos de siempre (ACS, Dragados, Deutsche Bank, Price Waterhouse, Intermoney e incluso el Banco Europeo de Inversiones – donde por cierto se halla bien situada la señora Magdalena Álvarez-), estudios que se cobraron a buen precio. La Generalitat de Catalunya lo desestimó por arriesgado, en tanto que el Gobierno de la Comunidad Valenciana – presidido por el señor Camps - se declaró encantado (y ahora – tarde y mal - se quejan del estropicio). Se creó una sociedad (ESCAL-UGS) con control mayoritario de ACS (Banca March + Florentino Pérez), que recibió las bendiciones del gobierno del PP. Se encargó la obra civil a una empresa afín, que se pagó religiosamente. Y se puso en marcha el invento, con la “mala suerte” de que el gas colchón previo ha provocado más seísmos de los esperados.

Si nos ceñimos al ámbito económico, es una aberración más de la política de infraestructuras de los gobiernos del Estado (PSOE y PP). Castor no era necesario, pues España ya tiene cuatro depósitos marinos que cubren suficientemente los teóricos cortes de suministro, servido a través del gaseoducto y barcos metaneros. Castor continúa la apuesta por los combustibles sólidos, cuando el modelo energético va en sentido contrario. Castor no ha tenido en cuenta que la demanda de gas ha bajado y que las proyecciones mantienen esta tendencia. Castor se presupuestó en 700 millones de euros y ha costado 1.700 (1.270 por desarrollo de la actividad, 190 por la inyección del gas colchón y 240 por costes financieros).

Pero no tenemos que preocuparnos, pues la empresa explotadora se ha acogido al concepto de “azar moral”, que tan bien ha funcionado en el sector de la banca. Hay una cláusula en el contrato con la Administración que manifiesta explícitamente que en el caso de que el proyecto no siga adelante, el Estado se hará cargo con todas las consecuencias. ¿Qué beneficios han obtenido las “clases extractivas” de los 1.700 millones? Nunca se sabrá. El pastel ya está servido.

Y el Castor (como activo) pasará a Enagás, en cuyo consejo de administración hay políticos retirados como la señora Palacio, la señora Tocino, el señor Oreja o el señor Hernández Mancha, todos ellos “reputados” especialistas en el mundo de la energía.

Y los ciudadanos acabaremos pagando la fiesta a través de nuestros recibos de suministro de electricidad y gas, mientras nos tienen entretenidos con las andanzas de “la Roja”.

Alf Duran Corner

 

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