CREDIBILIDAD

Focus: Política
Fecha: 09/04/2020

En el mundo convulso que nos ha tocado vivir, en el que las informaciones se cruzan y se contradicen, en el que las esperanzas se disfrazan de ocultos temores, resulta difícil encontrar un punto de apoyo para poder serenar el espíritu. Lo más lamentable es que este punto de apoyo nunca se encuentra en las “fuentes oficiales, que deberían ser las más exigentes y rigurosas.

Veamos un ejemplo en las declaraciones del ministro de Ciencia Pedro Duque, de formación ingeniero aeronáutico, que ha trabajado en la empresa privada (una excepción notable en el gobierno Sánchez), que ha formado parte de la Agencia Espacial Europea y que incluso ha ocupado plaza de astronauta en varias misiones.

El ciudadano Duque, ante las preguntas de los periodistas sobre el elevado número de ancianos fallecidos por causa del Covid19, dijo: “Estas personas, que en otros países habrían muerto antes, por no contar con un sistema sanitario como el español, son desgraciadamente las que están muriendo ahora”.

O el señor Duque está muy mal informado o padece el síndrome del superespecialista (aquel que cada día sabe más y más de menos y menos, hasta que lo sabe todo de nada). En cualquier caso, los datos nos dicen que el sistema sanitario español se ajusta a la categoría de los deficientes, como queda expresado en la fuente “Gasto  Público Salud per cápita 2018” (Expansión. Datosmacro.com).

 

No es por casualidad que ese conjunto de países europeos hayan respondido mejor al envite del virus. Están más preparados y mejor dotados, al asignar a este capítulo una importante partida de los presupuestos generales del Estado. Tendrán menos trenes de alta velocidad, menos aeropuertos y menos polideportivos, pero su población se halla mejor protegida, que es lo que al final cuenta. En conclusión: su sistema sanitario es muy superior al español.

No me caben en la cabeza las confusas declaraciones del señor Duque, que debería rectificar si no quiere ser integrado en el corpus de la burocracia gubernamental, siempre tan propensa al chascarrillo, que más que risa da vergüenza ajena.

Un caso habitual lo tenemos en el señor Juan Carlos Campo, ministro de Justicia, que ha encontrado la fórmula magistral para resolver este contencioso. Y no se refiere al remdesivir, la hidroxicloroquina o el favipiravir, fármacos con los que se experimenta un posible tratamiento. No. La cosa es mucho más fácil. El ciudadano Campo lo tiene claro; “Este virus lo vamos a vencer con el orgullo de ser españoles”. ¿El “orgullo”? Ahora sí que lo tenemos mal.

Cuando termine el confinamiento, hay que espabilarse y salir corriendo.

Alf Duran Corner

 

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