EL DESFILE DE LA VICTORIA

Focus: Política
Fecha: 10/06/2005

Se celebraba cada año, bajo la presidencia del Caudillo, con mucha fanfarria, trompetas y banderas, y gritos estentóreos de “Franco, Franco, Franco” y “Arriba España”.

El pasado cuatro de junio, todas las camadas de la derecha recalcitrante aprovecharon que el Guadiana pasaba por allí (en forma de una interesada Asociación de Víctimas del Terrorismo) y se apropió de una manifestación para demostrar su poderío.

La logística estaba preparada y los autocares partieron de todos los rincones de la patria común (Arriba España) para concentrarse en la capital del imperio. Las autoridades del municipio y de la comunidad autónoma ya habían tomado sus medidas para potenciar el eco del gran espectáculo.

Estaban todos los que tenían que estar y estaban en olor de multitud. Era como una fiesta rociera, en la que el símbolo religioso había sido sustituido por los chicos y chicas del PP : Aznar, Rajoy, Zaplana, Aguirre, Acebes y un largo etcétera.

Lo menos relevante era el motivo de la concentración. También hubiera valido su condena al matrimonio gay o a la mejora de los trámites para obtener el divorcio, que el antiguo ministro de Franco, Fraga Iribarne, había tildado de “cosas sucias”.

Que todo el arco parlamentario, es decir, todas las fuerzas políticas del país (con la excepción del PP) apoyen una vía de pacificación en Euzkadi (con la condición previa del silencio de las armas), es tema de menor calado.

Las mil víctimas del terrorismo en los últimos treinta años (de todo tipo de terrorismo) demuestran el fracaso de la política y de los políticos, que están para solucionar problemas y no para disfrazarlos.

La democracia es el marco idóneo para perseguir este fin, mal que les pese a los herederos del franquismo.
Alf Duran Corner

 

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