EL FUNCIONARIO

Focus: Política
Fecha: 08/06/2017

El señor Mariano Rajoy, en su calidad de funcionario del Estado, estuvo hace unos días en Sitges, con motivo de la reunión anual del Cercle d’Economia. Sermoneó a la concurrencia, una concurrencia afín que sólo representa al segmento dominante del Cercle y no a la totalidad de sus socios. Parece que el funcionario salió satisfecho.

No creo que esta satisfacción sea compartida por el medio millón aproximado de pequeñas y medianas empresas catalanas que no disponen de las infraestructuras viarias que pagan con sus impuestos, ni del justo precio de una energía que sistemáticamente encarece sus costes, ni de un aeropuerto competitivo sometido a los dictados de AENA (más funcionarios), ni de unas facilidades portuarias que la logística moderna exige.

Claro que esto a los funcionarios como el señor Rajoy les resbala, porque no va con ellos, no pertenece a su universo vital.

El señor Rajoy, hijo de funcionario, nieto de funcionario, ha vivido siempre de los Presupuestos Generales del Estado. Y ha vivido sobradamente bien.

El señor Rajoy y su gobierno de funcionarios (entre los que destaca la resabiada señora Sáenz de Santamaría) maneja el dinero de los contribuyentes, no el propio. Es por ello que le importa muy poco que las inversiones del Estado carezcan de la mínima racionalidad económica y sólo busquen el voto fácil de sus próximos. Pan y circo.

El señor Rajoy no entiende bien lo que significa el “libre mercado” y por eso no para de intervenir, a través de multitud de procedimientos que impiden el fluir natural de la vida económica.

Entre esos procedimientos está la Constitución, que es como la biblia de los funcionarios, y que ellos recitan de memoria en sus momentos de relajo.

Lo más probable es que el señor Rajoy y sus millares de colegas no sepan lo que es un aval personal (con la excepción quizás del piso de un familiar), ni hayan tenido dificultades para pagar una nómina, ni hayan pedido un aplazamiento de un pago a la Seguridad Social, ni hayan visto bloqueadas unas cuentas bancarias por descubiertos, ni hayan tenido que aceptar un descuento de un cliente por retraso en un servicio, ni hayan hecho una regularización funcional, ni hayan llegado a su casa exhaustos, hechos que suceden  a muchos empresarios y directivos en la vida real por tener la mala suerte de vivir en un Estado que no sólo no está a favor de la economía productiva sino que pone todas las trabas que puede para impedir su buena marcha.

El funcionario señor Rajoy (como en su día el funcionario señor Rodríguez Zapatero) está convencido de que su gobierno es business friendly(favorable a la actividad empresarial, según le ha aclarado el señor de Guindos, que sí sabe inglés). El señor Rajoy confunde a la minoría de cofrades del palco del Bernabéu o a los trepadores obsequiosos de las primeras filas del evento de Sitges, con el conjunto de empresarios y autónomos que determinan la marcha de la economía.

El señor Rajoy es un sucedáneo de los políticos de la Restauración borbónica. Repite sus cantinelas y luego se va a jugar al mus, que es donde se encuentra a gusto.

Al funcionario señor Rajoy, que pretende dar lecciones de no sé qué, sólo le falta un osito de peluche. Y es que como buen funcionario sabe arroparse en su mantita. Su mundo es pequeño y mediocre, pero confortable.

En la calle hace frío.

Alf Duran Corner

 

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