EL SEÑOR ROSELL

Focus: Sociedad
Fecha: 18/10/2010

Yo no soy socio del Barça ni de ningún otro club deportivo. Simpatizo con el Barça y me gusta seguir sus partidos por televisión, siempre que juegue bien. Quizá por ello he disfrutado con la época Guardiola. Aparte de esto, me interesa el fútbol como fenómeno social y por su capacidad de enajenar la conciencia de la gente (un buen ejemplo lo tenemos en la exaltación de la “Roja”, un esperpento similar a los “milagros” de Fátima). Todo lo que acontece alrededor del fútbol está sobredimensionado.

En la larga resistencia contra la dictadura, el Barça fue el refugio de muchos catalanes que buscaban un asidero al que agarrarse frente a la barbarie. Por eso “fue más que un club”. Luego con la democracia se pensó que ya no era necesaria esa nave simbólica, pero la historia, como casi siempre, ha dado la razón a los escépticos.

El Barça se había diluido y parecía uno más de esos vulgares clubs en los que miles de personas se encuentran cada dos semanas para sus periódicas descargas de adrenalina. Pero en el peor momento se incorporó una nueva generación con otras ideas: había que recuperar las esencias perdidas y apoyar el proyecto de una re-catalanización. De hecho, el Barça es Catalunya, su mejor estandarte, el más universal.

Y si hay alguien que haya liderado este cambio, esa persona es el señor Laporta, en su calidad de presidente del club. Ésta y los títulos ganados es su principal aportación. Su estilo personal, que no es el mío, no reduce ni un ápice el valor de lo anterior.

Luego se ha producido el recambio y una nueva junta y un nuevo presidente se han hecho cargo de las riendas del club. El señor Rosell es por ahora un futurible. Más adelante veremos los frutos de su trabajo y estaremos en condiciones de juzgarlo.

Por el momento ha enviado algunos mensajes premonitorios de un estilo de hacer las cosas:

• Su primera visita institucional fue al presidente de la Comunidad de Extremadura, que tras su careta de aficionado al Barça, nunca ha escondido sus agrias críticas a Catalunya y a los catalanes, a pesar de haber sido estos los principales contribuyentes al desarrollo de la región que preside. El señor Rosell debería haber consultado las hemerotecas antes de hacer el ridículo.

• En sus presentaciones públicas, el señor Rosell simultanea el catalán y el castellano, aduciendo que así todos lo pueden entender. En esto se apunta al nuevo estilo del señor Montilla, que pretende (como último recurso electoral) recuperar el castellano en los debates políticos. El señor Rosell no se ha leído el Estatut, en el que queda muy explícito que la lengua oficial de Catalunya es el catalán.

• La nueva junta, que el preside, ha pedido una contra-auditoría de las cuentas del club, lo que resulta conveniente cuando uno se hace cargo de un proyecto económico. Pero el señor Rosell, que estudió administración de empresas en Esade, debería saber que si encargas la auditoría de la misma empresa a dos auditoras, el informe final es distinto y, en ocasiones, muy distinto, así como la relación de “salvedades”. Mi profesión me ha llevado a discutir informes con muchos auditores durante cuarenta años y sé sobradamente su capacidad de ajuste. Nunca hay que olvidar que quien pagará la factura de la última auditoría es la nueva junta.

• En lo que se refiere a la “cuenta de resultados”, las diferencias entre los cierres de Laporta y Rosell son tan enormes que el simple sentido común recomienda analizar el proceso de imputación de las partidas. La ley permite en ocasiones diferir ciertos pagos en el tiempo para no gravar en exceso un ejercicio. No puede haber otra razón para tanta discrepancia. Esto lo saben los “financieros” de la junta y también el socio de la auditoría. Otra cosa es la tipología de los gastos y el contenido de las facturas emitidas por los proveedores, Aquí entraríamos en el terreno de la moral y esta asignatura es una “maría” en las facultades de economía y empresa.

• Hacer votar a una junta de compromisarios de los socios (cuya representación es más que discutible) la aprobación de unas cuentas, es un ejercicio inútil. Probablemente, muchos de los presentes aprobarían lo que cualquier junta les presentase, pues no poseen los mínimos conocimientos para juzgar lo que ha sido expuesto desde la tribuna de una forma rápida y sesgada, y sin documentación previa. En el fondo, este espectáculo también ocurre en las juntas de accionistas de las grandes corporaciones, pero al menos allí los socios reciben una carpeta y un bolígrafo conmemorativo. Todo es manipulación y engaño.

• Mantener en secreto el informe de la auditoría, que algunos medios especializados habían solicitado previamente, cuestiona la limpieza del procedimiento. Si a esto se añaden algunas “fugas” de partes del informe entre la prensa deportiva madrileña, estamos en el ámbito de la más absoluta falta de ética.

• Hacer votar a los mismos compromisarios, después de cuatro horas de presión informativa, sobre la opción de presentar una demanda contra la anterior junta por malversación y otras lindezas, es querer provocar un desgarro en la entidad, desgarro que se ha manifestado cuando el resultado ha sido favorable por una diferencia muy pequeña. Si además esta maniobra permite reducir el importe de los avales a presentar por los componentes de la actual junta, la operación es típica de los “bajos fondos”.

• No apreciar el daño que se ha causado al Barça con todo este revuelo en todas sus manifestaciones deportivas, actuales y futuras, es suficiente como para pronosticar malos tiempos para el club.

Y que conste que no me siento próximo ni al señor Laporta, ni al señor Sala Martín, ni al señor Oliver. Tampoco al señor Rosell. Me limito a analizar los hechos, para contrarrestar la oleada mediática que se avecina. Si el señor Laporta, en lugar de declararse independentista, hubiera hecho votos de pobreza y castidad en algún convento del Bages, este contencioso no hubiera ocurrido.

Es de sabios reconocer el error cuando uno se ha equivocado. El señor Rosell se ha equivocado; veremos si rectifica. Eso sí, la fauna madrileña y la “quinta columna” en Catalunya lo aplaudirán a rabiar. Ahora ya pueden proclamar “urbi et orbe”: El Barça lo ganaba todo, pero eran unos “chorizos”.

Alf Duran Corner

 

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