¡ ES LA ARITMÉTICA, ESTÚPIDOS ! (II)

Focus: Política
Fecha: 09/12/2016

Dentro de un par de semanas hará ya cinco años que escribí una columna con este mismo título. En ella trataba de explicar que las cuentas de cualquier entidad (familia, asociación, empresa, nación, estado, etc.) son muy simples: ingresos menos gastos. Si los primeros superan a los segundos hay superávit. En caso contrario, déficit. Así de simple, así de contundente.

Si tenemos superávit, guardamos el excedente o lo invertimos. Si tenemos déficit, tenemos que pedir dinero o vender las “joyas de la abuela”, si todavía las conservamos, para cubrir la diferencia. Es aritmética básica (sumar y restar).

Volver a insistir sobre las razones del Déficit Fiscal catalán y de su Deuda Pública directa (no hay que olvidar que indirectamente, y en virtud del modelo fiscal actual, está ya a nuestro cargo por “real decreto” el 20% de la Deuda Pública del Estado), es para agotar al más maratoniano de los pedagogos.

El “ectoplasma” español no quiere dialogar sobre este contencioso porque no quiere imaginar una España sin Catalunya. Los más avisados comprenden que pasarían a jugar en segunda regional y ese escenario les aterra.

Todo esto no es nuevo. Hay que contar con ello y seguir nuestro camino.

Lo que sí resulta intolerable (éste y no otro es el vocablo adecuado) es que algunos teóricos independentistas se alíen con los populistas de una izquierda difusa y con los residuos españolistas de un socialismo en fase de descomposición, para tirar de unos sindicatos subvencionados y salir a la calle a hacer demagogia barata, exigiendo al govern de la Generalitat unos presupuestos más sociales.

¿Todavía más sociales? ¿Saben de qué están hablando?   ¿Conocen la estructura del gasto de esos presupuestos?    ¿No se han enterado de que justamente las partidas “sociales” –sanidad, educación, asistencia, etc.–  son las que se llevan el grueso del gasto corriente? ¿No son capaces de comprender el estrangulamiento financiero al que nos somete el Estado Central? ¿Han pensado alguna vez que si recaudáramos y gestionáramos nuestros impuestos tendríamos superávit corriente y liquidaríamos en poco tiempo nuestra Deuda Pública? ¿No entienden que si apenas se invierte es porque no hay dinero? ¿Cómo va a haber dinero, repito, cuando el gasto corriente supera el ingreso que nos queda, después de que el gobierno del Estado se quede una buena parte de lo que aquí tributamos? ¿Necesitan que alguien les recuerde que de cada euro recaudado en Catalunya (recaudado por las “fuerzas de ocupación”) sólo nos retornan 55 céntimos y se quedan el resto?  ¿No saben además que el Estado, por no cumplir, no cumple ni los mínimos, ya que entre lo asignado en términos de inversiones en infraestructuras y lo ejecutado, hay un abismo?

El colmo de la idiotez es ir ahora pregonando y criticando que el govern se haya ido vendiendo los inmuebles de su propiedad (“las joyas de la abuela”) y ahora tiene que pagar cuantiosos alquileres a sus propietarios. Claro que lo ha hecho, porque era la única manera de ir recaudando fondos para cubrir parte del déficit, como hubiera hecho cualquier buen gestor en el ámbito privado.

Pretender rascar más en los presupuestos de la Generalitat del 2017 no tiene el menor sentido. Es cierto que los consellers podrían prescindir de sus coches y de sus chóferes (a cargo de una menor eficiencia) y desplazarse en bicicleta. Pero esto es hacer una lectura populista de un tema demasiado serio. Hay que ahondar en lo importante y no perder el tiempo en pequeñeces. Da la impresión de que, para ese colectivo de “indignados oficiales”, el tema de la gestión del dinero (el público e incluso el propio) no es relevante.

Dicen los estrategas militares que no hay nada peor que ser víctimas del “fuego amigo”. Lo más grave es que en este caso los “amigos” se alían con otras fuerzas, que no juegan precisamente a favor de la independencia.

Hay que volver a la escuela primaria. Sumar y restar. Poca cosa más. No hace falta ir a Harvard.

¡No nos deis más la tabarra!  Si queréis manifestaros, ya sabéis donde está el Palacio de la Moncloa. ¡Es la aritmética, estúpidos!

 

 

Notas:

(1) La cita de La Fontaine pone adjetivos a amigos y enemigos.

(2) En lectura seleccionada tenemos un texto de Ramón Tremosa y Alex Sarri, siempre rigurosos y muy bien documentados, que descalifica las lecturas catastrofistas sobre el Brexit.

(3) En mi biblioteca, uno de los últimos escritos de Zweig sobre la independencia intelectual y moral del gran Montaigne.

(4) En de otras webs, tenemos la mirada inteligente y crítica de Natza Farré sobre el contencioso mujer–sociedad.

 

Alf Duran Corner

 

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