FIESTA MAYOR

Focus: Economía
Fecha: 17/08/2007

Los pueblos y las ciudades de todo el mundo renuevan anualmente el ritual de celebrar juntos una fiesta, la “fiesta mayor”, que tiene un significado comunitario de cohesión social, del que hoy probablemente sólo queda la simbología.

Este verano, en nuestro mundo neoliberal y globalizado, la “fiesta mayor” por antonomasia ha sido la crisis del mercado hipotecario en Estado Unidos.

Los telediarios, que “flashean” noticias para atemorizar al personal y llevarlos a la “buena senda”, han vitoreado el papel de los “bancos centrales” inyectando liquidez al sistema para que éste no colapse.

“Inyectar liquidez” significa prestar dinero a los bancos operativos, a un precio atractivo para estos últimos.

Pero, ¿por qué se ha producido este estruendo y por qué ahora en plena canícula?. Sencillamente, porque hay que controlar la inflación y el consumo, y terminar el año con mayor sobriedad.

La llamada “crisis hipotecaria” estaba cantada. Faltaba orquestarla.

Las razones de esta crisis son diversas, como casi siempre. Cuando el interés está bajo, la gente se endeuda y compra un bien inmueble. Puede ser para vivir o para especular. Hay riesgo, pero es llevadero.

El problema se plantea cuando la gente hipoteca su piso, que ya ha pagado, para cubrir otras necesidades. Y todavía más cuando personas sin recursos y, muchas veces, sin empleo, piden una hipoteca para poder comprar su vivienda y las empresas especializadas se lo conceden.

Pero estas hipotecas, etiquetadas como “subprime mortgages”, tienen un interés inicial muy bajo y un largo recorrido con intereses de dos dígitos. Intereses de usura.

Las empresas hipotecarias, con escasa regulación de la Administración, agrupan estas hipotecas y las venden a los bancos de inversión, que a su vez las colocan como bonos a los inversores institucionales.

Si no ocurre nada, el negocio es redondo. Pero si pasa, el mercado se hunde y siempre está “papá Estado”, a través de los Bancos Centrales, para cubrir el déficit.

A esto Raymond Barre lo llamó “economía de casino”. Algunos lo califican de “ingeniería financiera”.

Son “trileros de lujo”. Nada más.
Alf Duran Corner

 

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