HIPOCRITAS

Focus: Sociedad
Fecha: 25/08/2001

El príncipe heredero de la corona noruega, una monarquía parlamentaria donde el rey tiene un puro componente simbólico, se va a casar con una “plebeya”, es decir, con una mujer normal sin particular pedigrí aristocrático.

Todo muy corriente, propio del verano, nada de particular.

Lo llamativo es que, unos días antes de la boda, la pareja hizo una rueda de prensa en la que ella pidió disculpas por su pasado “salvaje”. Si desciframos el código, aparecen ciertas huellas de sexo y drogas, sin especificar el alcance de tales prácticas.

Resulta vergonzoso que a estas alturas alguien tenga que disculparse públicamente por comportamientos de su esfera privada. Peor aun, se le exija arrepentimiento. La gente debería disculparse por sus gestos de maldad, por su actitud insolidaria, por su falsedad, por su desprecio por la justicia, por sus silencios cómplices.

En lo personal y sin causar daño a terceros, la gente debe hacer lo que le da la gana. Hasta Kant estaría de acuerdo con este aserto.

Lo que ocurre es que el pesado super-ego planea sobre el horizonte de una sociedad mesocrática y vulgar. La vida del común de los mortales es mediocre. Sus ilusiones se quedan en el papel couché. Los estrechos límites de “lo que debe ser” atenazan su pasado, su presente y su futuro.

Por ello pasan cuentas, si se les da cancha para ello.

Luego mentirán con descaro y aprovecharán cualquier circunstancia para apalear física y psicológicamente a quien se ponga por en medio.

Uno de los principales problemas de nuestra sociedad es que los valores burgueses se pueden adquirir fácilmente en cualquier establecimiento comercial. La hipocresía es uno de ellos.
Alf Duran Corner

 

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