LA ARMADA INVENCIBLE (remake)

Focus: Política
Fecha: 19/04/2018

“La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa”. Es bueno recordar ahora las lúcidas palabras de Karl Marx, que nos sirven para situar el actual contencioso entre Catalunya y el Estado Español, un contencioso provocado por la arrogancia de las clases extractivas castellanas, que continúan creyéndose un poder dominante, con barra libre para someter cualquier voz crítica.

Si no fueran tan ignorantes, tendrían que analizar su trayectoria y así aprenderían de sus constantes errores. Fue justamente en su momento epifánico (mediados del siglo XVI), cuando en su imperio “no se ponía el sol” (una vulgar metáfora que haría las delicias en los concursos de Antena 3), que el rey de la casa de Austria (Felipe II) planeó, junto a su equipo, la invasión de Inglaterra y la capitulación de los rebeldes nacionalistas de los Países Bajos.

El proyecto fue etiquetado como la “Empresa de Inglaterra” y se le dotó de fuertes recursos económicos, procedentes en parte del saqueo de las colonias americanas y de la emisión de Deuda Pública, deuda que acabó impagándose, fenómeno que se repitió tres veces durante el reinado del rey “prudente”.

Al final, una flota compuesta de 122 barcos (la mayor de la época) salieron de las costas españolas en dirección a la “pérfida Albión”, donde les esperaba la flota inglesa, compuesta por 66 barcos, más pequeños, más ligeros y menos pertrechados.

Felipe II contaba además con todas las bendiciones apostólicas, imbuido de que sólo él podía imponer su ultracatolicismo en todos los territorios en los que sus tropas mercenarias aterrorizaban a la población. El rey representaba el espíritu de la Contrarreforma, y su deseo de liquidar, a sangre y a fuego (y esto no es una metáfora), cualquier vestigio de los seguidores de la Reforma Protestante.

El proyecto de la invasión fue un fracaso, donde una combinación de errores estratégicos, mala logística, condiciones meteorológicas y las acertadas maniobras tácticas inglesas, hizo que se perdiera una tercera parte de la expedición y el resto regresara con más pena que gloria.

No sólo esto, ya que la reina Isabel I de Inglaterra apoyó la causa de los rebeldes de las provincias del norte de lo que hoy es Holanda, causa que ya había puesto en evidencia el carácter despótico del rey y de su corte, pero también sus debilidades militares.

Esta secuencia se ha ido repitiendo. Han cambiado los actores, pero no el guion. Son nuevas versiones de la “armada invencible”. Sociológicamente es una mezcla de chulería, dogmatismo, violencia, corporativismo y extorsión. Aquí no hay derechas ni izquierdas. El gen es felizmente compartido.

¿Es con esta gente que algunos ingenuos pretenden dialogar? No es que no quieran, es que no saben. El diálogo supone cesión, “do ut des”, respeto, tolerancia, empatía, compromiso. Virtudes todas ellas de un país civilizado.

Un país en el que la gente se comporte de una forma educada, cortés  y responsable. Un país que no existe.

Alf Duran Corner

 

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