LA REVOLUCION DE LOS CLAVELES

Focus: Política
Fecha: 04/05/2012

Hace ya treinta y cuatro años, que un 25 de abril, de una forma pacífica, los jóvenes militares portugueses, hartos de las guerras coloniales en África y de una dictadura agónica, tomaron el poder en lo que se denominó “la revolución de los claveles”. Pronto lo cedieron, y al final toda aquella narración utópica se desmoronó.

Luego vino una democracia balbuceante, los poderes fácticos se ajustaron al cambio, y empezó una nueva época en la que dos partidos hegemónicos (el Partido Socialista y el Partido Socialdemócrata) se acostumbraron a un reparto de poder.

Portugal, con una población de diez millones y medio de habitantes, es un país que lleva bloqueado económicamente desde hace más de diez años. No ha sufrido ni la burbuja del ladrillo ni la bancaria, pero sus constantes déficits públicos, su baja productividad y su dependencia de la economía española, lo llevaron el pasado año a solicitar la ayuda financiera internacional. Hubo nuevas elecciones, que ganaron los socialdemócratas (que en Portugal significa la derecha) y la troika supranacional (Unión Europea, Banco Central Europeo y FMI) insuflaron 80.000 millones de euros e impusieron un drástico plan de austeridad.

El “Estado social” ha quedado reducido a lo básico. Han bajado los salarios y las pensiones; se ha incluido el copago en sanidad; se ha flexibilizado el despido; se ha prolongado la edad laboral; se ha anulado el incremento salarial por la inflación; se han parado las inversiones en infraestructuras.

Lógicamente el paro ha subido; cierran más empresas; se ha llegado a pagar el 17% de interés por los bonos a diez años; se ha disparado la morosidad; el crédito no llega a la economía real; se estima que el PIB caerá el 3% como mínimo este año.

El pueblo portugués es amable y resignado. Acepta el castigo, aunque no sabe cuál fue su culpa. Las recetas que vienen de fuera no sacarán a Portugal del agujero en que se encuentra. Esto lo sabe todo el mundo, incluso los veteranos militares que hace ya muchos años, demasiados, hicieron una revolución.

Y ahora, ¿qué?
Alf Duran Corner

 

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