LAS COSAS CLARAS

Focus: Política
Fecha: 10/11/2015

Razones habrá que expliquen la “catalanofobia” de la mayoría de los españoles. Llevan siglos siendo alimentados en este sentido. No aceptan la diferencia, no respetan la lengua, no comprenden la cultura. Consideran que no tenemos ningún derecho a separarnos del Estado. Están dispuestos a doblegarnos, por la fuerza si es necesario.

Curiosamente muchas voces independentistas con proyección pública argumentan que ese sentir no es mayoritario, y que la única responsabilidad de esta política amenazante y antidemocrática corresponde a “la casta” y al bloque mediático que la sustenta. De ahí que especulen sobre un posible giro gubernamental que tendería puentes de entendimiento con Catalunya.

Constato un gran error de diagnóstico, pues los hechos demuestran lo contrario.

Hasta la fecha, los partidos dominantes en España han sido el PP y el PSOE. En las últimas elecciones generales (2011) 17.800.000 ciudadanos votaron a estos partidos. Los sondeos indican que en las elecciones del próximo diciembre, el duopolio se mantendrá, aunque se reducirá el número de votos de ambos. Las nuevas marcas (Ciudadanos y Podemos) recogerán la mayor parte del voto perdido por los anteriores, y formarán una segunda línea de poder.

Ciudadanos – lo hemos dicho ya otras veces – nació con el único propósito de oponerse, en una primera fase, a que Catalunya tuviera más autonomía y, en una segunda y definitiva, a su derecho a independizarse. Es el partido anticatalán por excelencia.

Podemos es otro experimento de laboratorio, que ha constatado que las oscilaciones en la intención de voto de los españoles hacia su marca dependen de su postura frente al contencioso catalán. Ganan si son agresivos, pierden si son tibios.

En las próximas elecciones generales, no hay programas políticos. Al parecer, el único tema que les importa es Catalunya.

Y sobre Catalunya, algunas de las cabezas “pensantes” de los cuatro partidos han dicho cosas como éstas:

 

 

 

 

Podríamos seguir. La oferta es amplísima, el tono monocorde.

Si partimos de la base de que los ciudadanos votan en conciencia y comparten, aunque sea mínimamente, los valores de su opción política, podemos concluir que una amplia mayoría de españoles desprecian a Catalunya y, en particular, a los independentistas.

Y si nos ajustamos al último sondeo de CIS (mejor o peor cocinado) tenemos que un mínimo del 81% de los españoles (el sumatorio de la estimación de voto para los cuatro partidos citados, más el residual de UP&D) se sienten cómodos con la catalanofobia de sus líderes. Si los votan es que piensan como ellos.

En definitiva, creer que un importante colectivo del Estado no comparte la actitud antidemocrática de los señores Rajoy, Sánchez, Ribera e Iglesias (éste último con matices) en el contencioso catalán, es de una triste ingenuidad.

No se puede ir por la vida “con el lirio en la mano”. Hay que saber quien está contigo y quien contra ti. Ya está bien de monsergas: las cosas claras.

Alf Duran Corner

 

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