MÁS ALLÁ DE PANAMÁ

Focus: Economía
Fecha: 22/04/2016

Como de lo que se trata es de distraer al personal, el “poder establecido”  ha creado las condiciones objetivas para que se canalice una información dispersa, incompleta y, en ocasiones, contradictoria, sobre la ocultación de rentas y patrimonios a través de paraísos fiscales. Nada nuevo, aunque los medios de comunicación masivos hayan creído encontrar una mina para atraer a sus fieles seguidores. El poder ha conseguido, una vez más, tapar con una noticia llamativa otra de mayor calado, que es la vergonzosa devolución de los inmigrantes, pactada entre la Unión Europea y Turquía.

Dentro de poco tiempo, no se prestará atención ni a lo uno ni a lo otro.

No seamos hipócritas: a nadie le gusta pagar impuestos. Dos de las grandes revoluciones de la historia (ambas a finales del siglo XVIII), la francesa y la norteamericana, tuvieron su origen en el tema impositivo. Tanto la corona británica como la decadente monarquía francesa pagaron muy caro su deseo de continuar explotando los recursos generados por las nuevas clases sociales.

Lo de Panamá me recuerda la vieja historia que se contaba en el Hollywood dorado de los sesenta, cuando le preguntaron a la actriz Shirley MacLaine a que estrellas había seducido su hermano, el también actor Warren Beatty. La respuesta de Shirley fue corta y clara: “Iré más rápida si les digo a cuáles no”. Pues lo de Panamá es igual. A partir de cierto nivel de renta y patrimonio, la búsqueda de un “paraíso fiscal” forma parte del protocolo. Es por esta razón que se dice, con acierto, que el “impuesto de patrimonio” en el Estado Español lo pagan fundamentalmente las clases medias, lo cual es tremendamente injusto.

Son los propios bancos, los bufetes de abogados, los asesores fiscales (que cobran por sus servicios generosamente) los que recomiendan este tipo de prácticas. Abrir una cuenta en el exterior no es un delito, siempre y cuando sea transparente. Pero domiciliar una sociedad en un “paraíso fiscal”, sí es una prueba fehaciente de que algo se quiere ocultar.

Pero, ¿quién tiene la capacidad para romper este modelo, que detrae grandes volúmenes de renta del flujo general, volúmenes que podrían ser destinados a estimular el crecimiento económico y a acabar con los grandes desequilibrios sociales? Sólo los gobiernos y las instituciones supranacionales, desde el Fondo Monetario Internacional a la Unión Europea, desde el presidente Obama al presidente Xi Jinping. ¿Lo van a hacer? Mi probado escepticismo me dice que no, teniendo en cuenta los vínculos del poder político con el económico y el financiero.

Además, los “papeles de Panamá” son una anécdota en el gran agujero fiscal. Las multinacionales, bien asesoradas, tienen una tasa impositiva muy baja y para ello utilizan una serie de mecanismos  –legales pero no legítimos–  que les permiten este estatus.

Muy recientemente y en una publicación tan próxima al sistema capitalista como es “Fortune”, se comentaba la denuncia del Parlamento Europeo, auspiciada por los diputados “Verdes”, de las prácticas contables de Ikea, que se estima ha dejado de pagar mil millones de euros en impuestos en los últimos seis años. Uno de los mecanismos utilizados es que las sociedades IKEA (hay 328 almacenes en todo el mundo) pagan unos royalties por cesión de marca (un 3% de las ventas) a una sociedad IKEA ubicada en algún paraíso fiscal europeo, sea Luxemburgo, Holanda o Liechtenstein. En un paraíso fiscal el impuesto de sociedades es cero o casi cero. Así de simple.

Porque la trama es compleja y los actores diversos. Muchos de los pequeños territorios protegidos pertenecen al Reino Unido (las Islas Vírgenes, Jersey, Caimán, etc.), pero los indicadores de secretismo (valor FSI) ponen a Suiza en primer lugar, seguida de Japón, Estados Unidos, Singapur, Líbano y Alemania. El propio Estados Unidos (que cuenta con paraísos fiscales como los estados de Nevada o Delaware), todavía no se ha vinculado a un embrión de asociación de países, promovida por la OCDE, que pretende un intercambio más amplio de información financiera que el actual.

Resulta muy difícil dimensionar el valor de los impuestos anuales no recaudados en el mundo (personas físicas o jurídicas) gracias a esta red de intereses. Gabriel Zucman, economista norteamericano, es quizás quien ha estudiado más a fondo este tema (ver su libro The Hidden Wealth Of Nations: The Scourge Of Tax Havens”). Zucman estima que el 8% del patrimonio financiero global (7,6 billones de dólares) es opaco. Si fuera declarado, el valor total de los ingresos fiscales anuales que este patrimonio generaría estaría próximo a los 190.000 millones de dólares.

Benjamin Franklin (uno de los “padres fundadores” de Estados Unidos, 1706-1790) dijo en una ocasión que “en este mundo sólo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos”.

Por lo que parece, sólo es seguro lo primero. En especial para un selecto grupo de privilegiados.

 

Notas al margen:

(1)  La cita de hoy está grabada en la puerta de la institución que recauda impuestos en los Estados Unidos. Hay que hacer pedagogía.

(2) La lectura seleccionada: El conde de Saint Simon, un aristócrata desclasado, dio cuerpo al pensamiento económico de la Revolución Francesa. Sus reflexiones son muy actuales, aunque siempre teñidas de utopismo.

(3)  Mi Biblioteca: Una cuidada selección del diario original de un moralista extraordinario.

(4)  De otras webs: Jordi Cabré, desde “El Punt Avui”, pone las cosas en su sitio. La catalanofobia es una enfermedad que se extiende por todo el territorio hispano.

Alf Duran Corner

 

« volver