NUESTRO HIJO DE P.

Focus: Política
Fecha: 01/04/2011

En origen se asoció la frase al presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt (refiriéndose al dictador de Nicaragua Anastasio Somoza), pero, en cualquier caso, lo más significativo es que ha quedado como fundamento de la política exterior norteamericana, a la que no importa la moral del interlocutor, siempre que se ajuste a los intereses yanquis.

La frase completa no tiene desperdicio: “He may be a-son-of-a-bitch, but he is our son-of-a-bitch” (Puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta).

En los últimos tiempos están cobrando notoriedad algunos de esos bastardos, que se habían mantenido en un segundo plano gracias a la colaboración de los grupos de presión de muchos países occidentales. Porque lo más llamativo es que el enfoque cínico y pragmático de Estados Unidos, ha sido copiado por los países líderes de la vieja Europa.

Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (donde están representadas todas las grandes potencias) presentaba a Egipto y Túnez como excelentes casos del modelo neoliberal, aunque sabían sobradamente que tanto Ben Ali como Hosni Mubarak se habían enriquecido hasta límites obscenos, sin importarles la mejora del nivel de vida de su pueblo.

Todo el mundo está informado sobre la autocracia que la familia Al Kalifah impone en Bahrein, pero nadie mueve un dedo, a pesar de que Estados Unidos cuenta con una base militar (Jaffair) en ese pequeño país y podría frenar las masacres de estos días con sólo levantar el teléfono.

En cuanto a las locuras de Muamar el Gadafi (que no son nuevas, ni pueden sorprender a nadie), sólo falta recordar que apenas hace un año era saludado y agasajado en todos los templos occidentales. En esta ocasión, el “son-of-a-bitch” ha ido demasiado lejos y hay que encontrarle un sustituto.

Podríamos seguir con otros ejemplos (como el del señor Teodoro Obiang y su feudo de Guinea Ecuatorial, bien respaldado por las multinacionales del petróleo), pero desgraciadamente nuestra queja pasaría desapercibida.

Candidatos a bastardos oficiales hay muchos. La cuestión es conocer la moral de quién los elige. ¿Cuál de los dos es más bastardo? Sería bueno que recordáramos aquel breve diálogo que se produce al final de la película “Los profesionales”, en el que el personaje interpretado por Lee Marvin rompe el trato con el potentado y éste le dice: “Es usted un bastardo”. “Si señor – contesta Marvin – pero en mi caso fue un accidente de nacimiento. Usted se ha hecho a sí mismo”.

Alf Duran Corner

 

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