NUEVOS TIEMPOS

Focus: Sociedad
Fecha: 31/12/2010

Esta columna tiene una voluntad crítica, desde una plataforma libre de imposiciones, que rema a favor de la racionalidad, pero no por ello olvida los deseos de esperanza, de confianza, de mejora y de progreso.

Somos hijos de la Ilustración y continuamos creyendo, como los padres fundadores, que el ser humano es perfectible y que la sociedad en su conjunto puede avanzar, si es capaz de interpretar los cambios del entorno, ajustar las necesidades a los recursos disponibles y asumir su insignificancia como especie ante la complejidad del sistema galáctico.

El mundo occidental ha liderado el planeta tierra en los últimos trescientos años, con luces y sombras. Desde la independencia de Estados Unidos, ese país ha ofrecido oportunidades a millones de personas, que han hecho plausible “el sueño americano”. Europa ha sido un ejemplo de cohesión social y ha superado dos terribles guerras, consolidando un modelo de “sociedad del bienestar”. Pero hemos alcanzado el límite, nos hemos estancado, no hemos prestado atención a los cambios demográficos.

Los ingresos del trabajador medio norteamericano están bloqueados desde mediados de los setenta. Su renta disponible se halla apalancada por una deuda creciente. La movilidad social en sentido ascendente es escasa. Por su parte, Europa ha envejecido. La relación entre contribuyente neto (persona que trabaja y cotiza) y receptor (pensionista, desempleado, estudiante) es ingobernable. Tratamos de cubrir esta brecha con una inmigración indiscriminada, que tiene muchos efectos colaterales disfrazados de una “multiculturalidad” no prevista. Económicamente estamos en plena crisis y empezamos a tomar conciencia de que ésta no es coyuntural. El crecimiento medio del PIB en el mundo occidental es insignificante.

Y en la búsqueda de soluciones, miramos hacia Oriente. Y allí vemos que las antiguas colonias y los países sometidos a control (India y China como paradigmas) siguen su marcha ascendente. No sólo crecen con cifras cercanas a dos dígitos (10%), sino que lo hacen de forma constante. No sólo exportan, sino que potencian sus mercados internos. No sólo crean poderosas infraestructuras en sus países, sino que financian las de otros. No sólo atesoran divisas, sino que compran deuda soberana de los países occidentales para ayudarlos a cubrir sus agujeros patrimoniales.

Se está produciendo una asimetría en el juego del poder y éste se decanta hacia Oriente. Ahora les tocará a ellos liderar un mundo algo perplejo ante la magnitud de la crisis, pero también un mundo en el que la pobreza en términos absolutos se ha reducido, en el que la sanidad y la higiene han avanzado, en el que la esperanza de vida se alarga, en el que miles de millones de personas tienen acceso a la información.

Por eso queremos finalizar el año con un mensaje de esperanza y optimismo. No puede ser de otro modo si pensamos que cuarenta millones de niños chinos menores de catorce años (un 15% de este segmento de edad) siguen en la actualidad estudios de piano.

Ni el genio de Mozart hubiera podido imaginar este escenario.

Alf Duran Corner

 

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