PATETICO

Focus: Política
Fecha: 21/05/2001

En la empresa privada, los consejeros delegados que han tenido durante largo tiempo el apoyo de las juntas generales de accionistas, saben cuando deben ceder el testigo a las generaciones más jóvenes y pasar a posiciones no ejecutivas.

La tradición ha alcanzado tal dimensión, que incluso se han publicado importantes documentos, ensayos y tratados sobre el cómo hacerlo.

En el ámbito de la política, desgraciadamente, esta costumbre apenas ha arraigado.

El caso del Sr. Pujol, como President de la Generalitat, es muy significativo al respecto.

Durante una veintena de años, el gobierno de Convergència i Unió ha tejido una amplia red de clientelismo político, con apoyos, subvenciones, ayudas, presiones, asistencias, asesorías y un sinfín de intereses espúreos.

En las últimas elecciones autonómicas, el tinglado estuvo a punto de caer, pues incluso el partido gobernante no alcanzó la primera posición en el voto popular. El riesgo era evidente y se tenía que aguantar de cualquier forma.

Esquerra Republicana de Catalunya apostó por un gobierno de unidad, que incluyera al Partit dels Socialistes, pero esto era tanto como preparar la sucesión de Maragall en el virreinato. Es cierto que el govern hubiera podido ejercer con plena soberanía para el bien de los ciudadanos, pero éste es tema de menor cuantía para muchos representantes de la clase política.

Convergència i Unió optó por el apoyo parlamentario del Partido Popular y exigió una disciplina presencial en el Parlamento, pues un solo voto podía decantar una resolución.

Populares y convergentes (Unió siempre ha chupado rueda con singular maestría) van gestionando como pueden esta legislatura, a sabiendas de que tienen que entenderse si no quieren que caiga el edificio. A los convergentes les da tiempo para colocar a sus chicos y a los populares les proporciona un cierto respiro, ya que unas elecciones anticipadas en Catalunya darían probablemente el poder a la izquierda, con lo que ello podría significar para el inestable equilibrio de poder en todo el Estado.

Los rifirrafes públicos sirven para descargar la adrenalina, pero las instrucciones son que "aquí nadie se mueve".

Estas ansias de poder son impresentables. Deberían aprender de la empresa privada.

Resultan patéticos. Genuinamente patéticos.
Alf Duran Corner

 

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