¿QUIÉN PAGA LOS PLATOS ROTOS?

Focus: Política
Fecha: 24/03/2010

Una primera consideración, que conviene siempre dejar muy clara, es que el Estado de Israel y la etnia judía son dos cosas distintas. Hay judíos franceses, como hay afroamericanos. Es una combinación de etnia y nacionalidad. Otra cosa es la “simpatía” que puedan tener los judíos de todo el mundo por el Estado de Israel.

Desde su creación, el Estado de Israel y sus sucesivos gobiernos (escorados a la derecha o a la izquierda) han tenido siempre una política agresiva y beligerante con sus vecinos árabes y, en particular, con los palestinos, que eran quiénes ocupaban los territorios cedidos graciosamente al nuevo Estado por las potencias coloniales.

Los palestinos no fueron responsables del holocausto y de los crímenes nazis. Fueron el chivo expiatorio, porque así convino a los poderes dominantes.

El gobierno norteamericano – demócrata o republicano – ha sido el más firme aliado de Israel durante el último medio siglo, pues interpreta que ese Estado es su gran portaviones en la importante zona estratégica del Medio Oriente. Esa alianza ha costado al contribuyente norteamericano una media anual de 1.800 millones de dólares en ayuda económica y militar. Si tenemos en cuenta que la población de Israel es de 7,3 millones, el regalo anual por habitante resulta escalofriante. Con ese dinero, bien invertido, toda esa gran zona podría haber sido un emporio de riqueza.

Pero no se ha hecho así y no hay voluntad de cambio. Se puede aventurar – y es una hipótesis razonable – que sin ese histórico polvorín nos habríamos ahorrado la revolución islámica de Irán, la guerra del Líbano, la guerra Irán-Irak e incluso el terrorismo difuso de Al-Qaeda.

Ahora, el gobierno de Israel continúa cometiendo todo tipo de tropelías, con los continuos asentamientos de jóvenes religiosos judíos en la zona palestina de Jerusalén, que “quieren redimir la tierra sagrada de Israel desde el Jordán hasta el Mediterráneo”.

Israel es casi un estado teocrático y no tiene nada que envidiar a los estados árabes teocráticos que lo circundan. La democracia en Israel, por bien que la vendan, es una farsa.

Parece que el gobierno norteamericano, presidido por Barack Obama, ha dado un toque de atención a tantos desmanes. Pero no ocurrirá nada, pues para esto está el lobby proisraelita de Estados Unidos, que a través del AIPAC (America Israel Public Affairs Committee), organizará de inmediato un evento para limar asperezas.

A los occidentales sólo nos queda aguantar el chaparrón y evitar la lotería del terrorismo. Pero sabemos quiénes son los inductores. Hasta el general David Petraeus, que fue comandante en jefe y “héroe” militar en la ocupación de Irak, ha declarado recientemente que el conflicto no resuelto de Palestina no hace más que engrandecer el antiamericanismo en todo el mundo.

Elemental.

Alf Duran Corner

 

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