RESISTENTES Y COLABORACIONISTAS

Focus: Política
Fecha: 28/03/2014

A medida que avanza el proceso hacia la independencia de Catalunya, se van marcando territorios ideológicos muy precisos entre los que luchan contra el Estado opresor (los resistentes) y los que defienden los intereses nacionales vinculados al poder central (los colaboracionistas).No es que haya buenos y malos catalanes. Simplemente hay catalanes y españoles que viven en Catalunya.

Y los colaboracionistas cuentan además con el buenismo de las instituciones catalanas públicas y con el doble juego de los grupos empresariales privados, que los invitan a foros, conferencias y tertulias, donde se dedican a insultar y a provocar a cualquiera que manifieste sus convicciones políticas como resistente.

Luego esos mismos personajes acuden a los medios de la caverna mediática en Madrid (a los que se ha incorporado con entusiasmo un periódico otrora democrático como “El País”), donde destilan, todavía con mayor agresividad, su catalanofobia.

Van contra el president de la Generalitat, contra la Assemblea Nacional Catalana, contra Òmnium Cultural, contra el abad de Montserrat, contra la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, contra els castellers, contra todos los que nos sentimos catalanes. Amenazan para atemorizar. Sus ancestros ya nos habrían fusilado. Ellos lo hacen virtualmente.

Luego tienen la desvergüenza de hablar de paz y de concordia, como si fueran ajenos a las cargas de dinamita que van dejando por doquier.

La historia se repite. También en París, a mediados de los cuarenta del siglo pasado, hubo colaboracionistas y resistentes. Entre los primeros había mafiosos como Lafont, Bonny y Lemoin (los llamados “gestapistas” por su relación con la Gestapo), fascistas literarios como Céline y Brasillach, y fanfarrones uniformados como Doriot. Entre los segundos había una minoría combatiente de la población, personificada en sus líderes Jean Moulin, Levy, Frenay y d’Astier de la Vigerie.

La mayoría del pueblo vivía las penurias de la vida cotidiana, pero no presentaba batalla porque tenía miedo. Un grupo particular eran los pequeño burgueses de siempre, sólo atentos a sus mezquinos intereses. Estos últimos se movían entre dos aguas. Se apuntaban – como en ellos es habitual – al caballo ganador. Los mismos que vitorearon a De Gaulle cuando entró en París, habían acudido solícitos a los fastos nazis.

En Catalunya, aquí y ahora, el escenario es similar. O formas parte del ejército de ocupación, o eres un colaboracionista (mafioso, fascista o fanfarrón) o eres un resistente. También puedes ser un espectador pasivo – “no sabe, no contesta” – porque nunca has tenido el coraje de comprometerte por nada ni por nadie.

Lo que es evidente es que ahora ya no vale esconderse. Todo el mundo sabe quien es quien. No sirve el camuflaje.

Alf Duran Corner

 

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