¿ TEA PARTY ?

Focus: Política
Fecha: 10/12/2010

La caverna mediática madrileña (Abc, La Razón, El Mundo, Intereconomía, La Gaceta, Libertad Digital, Veo, Popular televisión, Cope, Jiménez L., Ramírez P., Dávila, Saénz de Buruaga, Vidal, Herrero, y un largo etcétera de nostálgicos del franquismo) ha establecido una relación entre el “Tea Party” americano y la derecha chulesca española. Según ellos, ya llega la ola del movimiento “libertario”.

Wittgenstein nos recomendaba prestar atención al laberinto del lenguaje. Trataremos de seguir su consejo. Como diría Derrida: deconstruir para comprender.

El “Tea Party” es un movimiento populista americano que se considera conservador y libertario (en el sentido anglosajón del término). Se llama así tratando de recuperar la iconografía del episodio “Boston Tea Party”, incidente que en 1773 actuó como catalizador de la independencia de Estados Unidos.

Los americanos se rebelaron contra el imperio colonial británico y, como símbolo de esta rebelión, quemaron las importaciones de te, pues consideraban que los impuestos violaban su derecho a “No Taxation Without Representation” (Si no hay representación, no hay impuestos). A lo largo de la historia americana, ese episodio ha sido utilizado muchas veces por todos los grupos anti-impuestos.

Más recientemente (2009-2010), el movimiento ha vuelto a cobrar fuerza y se ha manifestado de forma local y nacional, a pesar de carecer de una estructura orgánica definida.

Sus partidarios consideran excesivo el gasto federal y los impuestos demasiado elevados; se quejan de que Washington no les escucha. Desean un gobierno más ligero (es el manoseado eslogan de “menos Estado, más Mercado”) y se quejan del abultado déficit y de la voluminosa deuda. No son capaces de comprender que el doble déficit (federal y por cuenta corriente) es el último intento de la Administración para salvar al capitalismo americano.

Esa confusa masa de seguidores está constituida en un 40% por personas mayores de 55 años, de los cuales el 79% son blancos y el 61% son hombres. Un 44% son cristianos renacidos (“born-again Christians”), cuyo más genuino representante es el anterior presidente (George W. Bush). Les encantan la patria, la bandera, los himnos, los marines, las películas de John Wayne. El 80% votan republicano y su héroe es el expresidente Ronald Reagan. Poco más que añadir.

Para poder situarse mejor sobre su filosofía política, lo mejor es ver a Bill Maher en su programa de humor de la cadena HBO.

Veamos ahora la conexión con Lavapiés.

El “Tea Party” madrileño no existe, Y no existe porque es un oxímoron (“contradictio in terminis”). En Madrid no se toma te. Se toma cazalla, chupitos o unos vinos. En Madrid el deporte nacional es comer unas gambas y tirar los restos al suelo, eso sí, olímpicamente. En Madrid, ya sea en Atocha o en el frígido barrio de Salamanca, te puedes encontrar un escaparate de ropa interior ilustrado con una virgen (de la Almudena o de algún otro lugar). En Madrid hay un “museo del jamón”. Como he dicho en otras ocasiones, pasar de la cabra a Internet supone no una sino varias rupturas epistemológicas. Es un imposible.

Luego, el único engarce es ideológico. Y aquí sí que hay algunas conexiones: la patria, la tradición, la ley y el orden, la “identidad” nacional” (una, grande y libre), la derrota y liquidación de ETA (mejor si los fusilamos), los valores “familiares” (¿de qué familia hablan?), la expulsión de los emigrantes no blancos, y la violencia cuando sea necesaria (la dialéctica, tan querida por los falangistas, de los puños y las pistolas).

Todo este fermento putrefacto ha sido cocinado por la señora Esperanza Aguirre, que, en su calidad de presidenta de la Comunidad de Madrid, ha favorecido a esos grupos, aprovechando los agujeros jurídicos de la TDT. Madrid se ha transformado en un bunker asfixiante para cualquier persona decente, sea de derechas o de izquierdas.

“Tea Party” no. “Cazalla Party” y gracias.

Alf Duran Corner

 

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