UNILATERALISMO

Focus: Política
Fecha: 19/01/2007

El conflicto de Somalia es tratado por los medios periodísticos, en particular por las cadenas de televisión, de una forma tan simplista que produce vergüenza. Vergüenza ajena.

El guión de la película es el siguiente: los “islamistas”, partidarios de al-Quaeda, se habían hecho con el poder legítimo del gobierno, pero gracias a la intervención de las tropas etíopes, con el apoyo logístico de los aviones estadounidenses, se ha recuperado un espacio de libertad.

¿Cómo se documentan estos periodistas de la “señorita Pepis”?.

¿Se limitan a copiar los informes tendenciosos de las agencias internacionales de prensa?.

Vamos a intentar explicar las claves.

Somalia, un país del cuerno de África, es una muestra más de las barbaridades cometidas por los países coloniales. Desde 1887, la región noroccidental había sido un protectorado británico, mientras que el este y el sur estaban controlados por Italia. Tras la segunda Guerra Mundial, pasó a ser administrada temporalmente por las Naciones Unidas. En 1960, como parte del proceso global de descolonización de África, los territorios de lengua somalí quedaron integrados.

En 1969 el general Mohamed Siad Barre da un golpe de estado e impone un régimen autoritario de retórica comunista, con el apoyo de la Unión Soviética. Los intereses de este último país son de naturaleza estratégica y forman parte de la “guerra fría”. En 1977, Barre pretende expansionarse y ocupa la región de Ogaden de la vecina Etiopía, pero los soviéticos deciden apoyar a esta última y expulsan a las tropas somalíes.

La desaparición del imperio soviético ayuda a liquidar estos experimentos “contra natura”. En 1991 Barre es derrocado y el país se transforma en un reino de taifas, bajo el dominio de varios clanes regionales.

Largos y trabajosos intentos de reconciliación no producen el resultado apetecido. De 1993 a 1995 las Naciones Unidas procuran tutelar el proceso, sin ningún éxito notable. Sigue el caos y los “señores de la guerra” empiezan a perder peso frente a los líderes religiosos tradicionales.

Un nuevo gobierno, fragmentado e inestable, se constituye en el 2004. En paralelo los “señores de la guerra” (y su ejército de mercenarios) se enfrentan a los “tribunales islámicos”, surgidos del propio pueblo y vinculados a sus unidades naturales.

Somalia, con una superficie de aproximadamente 650.000 kilómetros cuadrados, tiene una población de once millones de habitantes y son de religión islámica, de mayoría suní.

Con estos antecedentes, el gobierno de Estados Unidos considera a los “tribunales islámicos” como parte del “eje del mal” y es por esto que apoyan a los “señores de la guerra”, que con la ayuda eventual del ejército etíope (armado y financiado por los norteamericanos), ocupan Mogadiscio (la capital) y persiguen a las guerrillas islámicas.

Para complicar más la situación, Etiopía acusa a Eritrea (su secular enemigo) de ayudar a los somalíes.

Estados Unidos, una vez más, se ha metido en otro lío. Si pretenden castigar a los somalíes por el episodio de su penosa intervención (bajo la bandera de las Naciones Unidas) en los noventa, que fue hábilmente contado en la película “Black Hawk Down”, lo más probable es que fracasen.

El unilateralismo no tiene sentido. Lo coartada de al-Quaeda está demasiado gastada para pretender seguir utilizándola impunemente.
Alf Duran Corner

 

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