VIVIR DEL CUENTO

Focus: Política
Fecha: 18/10/2002

En los debates políticos sobre la aplicación del presupuesto, aparecen todas las miserias de los grupos humanos, sean estos familias, colectivos o naciones.

Una de esas aplicaciones es la subvención o el apoyo económico, que tiene sentido cuando se otorga para ayudar a los más desfavorecidos o para facilitar un proceso de despegue.

En España, la pensión no contributiva forma parte del primer capítulo, como también lo forma el subsidio agrícola, cuya asignación económica mensual (en los meses en que se concede) no supera el importe de una cena para tres en cualquiera de los restaurantes de moda de Barcelona o Madrid.

Cuando un subsidio se institucionaliza, uno se tiene que preguntar por qué. No hace falta ser un experto para poder identificar los problemas estructurales que continúan impidiendo la transformación del campo andaluz y el extremeño en modelos económicos rentables.

Las ayudas económicas sobre las que se habla menos son las que corresponden al segundo apartado. De ellas, las más importantes son las ayudas a la agricultura y los fondos estructurales y de cohesión, que proporciona la Unión Europea.

Mucha obra pública en este país se ha realizado gracias al esfuerzo ahorrador de los alemanes, que han sido siempre contribuyentes netos, siendo España uno de los territorios más beneficiados.

Este enfoque forma parte de las bases estratégicas de la Unión y pretende que los socios alcancen un buen nivel de competitividad en términos de oferta.

Pero ya han pasado muchos años y ahora conviene espabilarse. Decía sabiamente Mao que es preferible enseñar a pescar que regalar pescado.

Lo que produce azoro es que el gobierno español insista en la letanía del “déficit cero” y critique que los alemanes sobrepasen el límite teórico del 3% sobre el PIB. Cuando te ayudan a pagar el colegio de tus hijos, el recibo del agua y el techo del garaje, es de estúpidos e ignorantes ponerse a divagar sobre el endeudamiento del donador.

Y es que no se puede vivir del cuento y encima presumir de gallardía.
Alf Duran Corner

 

« volver