¿A qué iba la gente a Madrid? Pues no había más motivo que ir para ver al rey o a alguien de la corte...

¿A qué iba la gente a Madrid? Pues no había más motivo que ir para ver al rey o a alguien de la corte. Y allí iban porque, como tantas veces ha señalado el economista Luis Garicano, las únicas maneras de ser rico en España eran ser hijo de rico o estar próximo al rey. Al calor de la corte se desarrolló en España un capitalismo castizo, mal llamado capitalismo financiero, basado en la captura de rentas y en la proximidad al poder, que es característicamente madrileño y que sigue siendo hoy en día la forma dominante de capitalismo en nuestro país. Hay una gran consistencia histórica, de concepción de los negocios y del mundo entre personajes decimonónicos como Fernando Muñoz, segundo esposo de la regente María Cristina de Borbón, el general Serrano y el marqués de Salamanca, por una parte, y los que hoy en día se sientan en el palco del Bernabéu, por otra. Es una misma manera de medrar a partir de una mezcla cortesana de poder y negocios, una misma manera de prosperar por el favor del poder político, gracias al Boletín Oficial del Estado (BOE), que se ha mantenido inalterada a lo largo de los siglos. En el primer partido de Liga de 2012, por poner tan sólo un ejemplo, coincidieron en el palco cinco ministros del nuevo Gobierno del Partido Popular, el director general de Carreteras y un nutrido grupo de constructores y ejecutivos de algunas de las mayores empresas de la bolsa española. El palco, al igual que otras instancias madrileñas, allana el camino hacia los grandes negocios. Cómo explicar si no, por ejemplo, la moratoria de dos años que se concedió el año pasado para el prerregistro de plantas termosolares para que pudiese cobrar las primas una empresa muy vinculada a una personalidad siempre presente en el Bernabéu. ¿NO es eso captura de rentas?

En un libro publicado en 2011 Mariano Guindal, con pluma que recuerda al pincel de Goya en La familia de Carlos IV, escribe un reportaje fascinante sobre los últimos cuarenta años de capitalismo castizo. Los personajes más egregios de la cultura del pelotazo -empresarios, políticos, sindicalistas, conseguidores, comisionistas, obispos, condotieros y estafadores- conforman un retablo cambiante en el que los personajes van y vienen y lo único que permanece estable es, llamémoslo así, el modelo de negocio.

La mayoría de las grandes empresas españolas que se han convertido en globales -Telefónica, Repsol, Iberdrola, BBVA, Banco de Santander…- son empresas reguladas que dependen del BOE. Todas ellas han conseguido capturar a sus reguladores sectoriales en grado muy notable.

No pocos de sus actuales dirigentes han sido propiciados por el Gobierno de turno, práctica esta que me temo que continuará en el próximo futuro. Sus consejos de administración están trufados de políticos del más alto rango, retirados definitiva o temporalmente de la actividad política de primera línea, pero que siguen teniendo gran influencia en el Gobierno y en la Administración españolas.

Otro grupo de empresas que se ha internacionalizado mucho, quizás haciendo de la necesidad virtud, son las grandes empresas constructoras de obra civil. Las constructoras no son empresas reguladas, pero dependen del BOE más que nadie y representan lo más granado del palco del Bernabéu. Están intentando replicar a escala internacional el magnífico negocio que hicieron a costa del contribuyente español con la construcción de las autopistas radiales de Madrid.

 

Fuente: Qué hacer con España. César Molinas. Ediciones Destino. Barcelona.2013.

 

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