Al extenderse al conjunto del planeta, el capitalismo ha ampliado sus márgenes de maniobra, abriéndose nuevos mercados...(Michel Husson)

Al extenderse al conjunto del planeta, el capitalismo ha ampliado sus márgenes de maniobra, abriéndose nuevos mercados y aumentando sus reservas de mano de obra con bajo salario. Esta extensión geográfica va acompañada por una extensión sectorial que busca someter a las leyes del mercado ámbitos que se le escapaban en cierta forma. Necesitaríamos toda una obra específica para demostrar hasta qué punto esta tendencia es sistemática y universal, pero sí que podemos bosquejar rápidamente un panorama. Una primera categoría de “reformas” apunta a la seguridad social. Tienen como base común el rechazo a dar a los sistemas públicos de sanidad y pensiones los recursos necesarios para acompañar el previsible aumento de sus gastos. Al mismo tiempo, se hace todo lo posible para promover, a título “complementario”, los seguros privados y los fondos de pensiones. Si no es posible, al menos se intenta introducir las normas de la gestión privada: ése es el sentido de la tarificación de la actividad de los hospitales o de RGPP francesa (revisión general de las políticas públicas, por sus siglas en francés). Esta tendencia a la privatización se extiende a equipamientos públicos como las autopistas o incluso las cárceles, y la educación no está a salvo. Más ampliamente, atañe al conjunto de la biosfera: privatización del agua, venta de territorios agrícolas a terceros países, etc. Pero pese a todo, es en el ámbito del conocimiento donde este fenómeno es más llamativo.

El desarrollo incesante de nuevas tecnologías es un motor importante del dinamismo capitalista y se habla con naturalidad de economía del conocimiento. Pero la lógica comercial choca con una contradicción que los economistas llaman el dilema del conocimiento: “sólo la previsión de un precio positivo del uso garantizará la asignación de recursos para la creación; pero sólo un precio nulo garantiza un uso eficiente del conocimiento, una vez producido éste”. Traduzcamos en una lógica mercantil ninguna actividad de producción de conocimientos  se emprenderá sin perspectivas de beneficio. Pero este conocimiento no tiene que convertirse en un bien público puesto a libre disposición de forma gratuita. Proteger el estatuto de mercancía de la innovación es función de la patente. Un ejemplo famoso es el de la sociedad Myriad Genetics, que, habiendo patentado dos mutaciones del gen del cáncer de mama, ha exigido que los laboratorios sin ánimo de lucro que trabajan sobre el diagnóstico precoz paguen derechos de licencia.

Sin embargo, el conocimiento es un bien público definido por dos propiedades: su consumo por un individuo no limita el de otro individuo (“no rivalidad”)  y es difícil impedir el libre acceso al consumo de este bien (“no exclusión”). Retomando el ejemplo dado por Joseph Stiglitz: “si yo os enseño un teorema, continúo aprovechándome de este conocimiento al mismo tiempo que vosotros accedéis a él. De la misma forma, una vez publicado este teorema, cualquiera se puede beneficiar de él. Nadie puede ser excluido”.

 

Fuente: El capitalismo en 10 lecciones. Michel Husson. La Oveja Roja. Madrid. 2013.

 

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