Cuando se establece el distingo entre intelectuales y no intelectuales, en realidad se está haciendo mención al inmediato ejercicio social ...(Antonio Gramsci)

Cuando se establece el distingo entre intelectuales y no intelectuales, en realidad se está haciendo mención al inmediato ejercicio social de la categoría profesional de los intelectuales; es decir, se considera la dirección en que recae el mayor volumen de la actividad profesional: si se produce en energía intelectual o en esfuerzo nervio-muscular. Esto significa que si bien se puede hablar de intelectuales, no podemos referirnos a no intelectuales, porque el no intelectual no existe. Pero la relación entre el esfuerzo de trabajo intelectual-cerebral y el muscular-nervioso, no es siempre uniforme, ya que se presentan diversas calidades de ocupación intelectual. No existe humana facultad de obrar de la que quepa excluir toda intervención intelectual; no se puede separar l’homo faber del homo sapiens.  En fin, todos los hombres, al margen de su profesión, manifiestan alguna actividad intelectual, y ya sea como filósofo,  artista u hombre de gusto, participa de una concepción del mundo, observa una consecuente línea de conducta moral y, por consiguiente, contribuye a mantener o a modificar un concepto universal, a suscitar nuevas ideas.

Por tanto, el problema de crear un nuevo tipo de intelectual radica en desarrollar críticamente la manifestación intelectual –que en todos, en cierto grado de evolución, existe- modificando su relación con el esfuerzo muscular-nervioso en un nuevo equilibrio, consiguiendo que éste, como elemento de actividad práctica general que renueva perpetuamente el mundo físico y social, se convierta en el fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El tipo tradicional de intelectual se confiere vulgarmente al literato, al filósofo, al artista. Por eso, los periodistas que se creen escritores, filósofos o artistas se consideran también verdaderos intelectuales. En la vida moderna, la educación técnica estrechamente conectada al trabajo industrial, aun el más primario y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de intelectual.

 

Fuente: La formación de los intelectuales. Antonio Gramsci. Editorial Grijalbo. México. 1967.

 

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