Después de Freud, conocemos la insignificancia de nuestro sistema consciente...

Después de Freud, conocemos la insignificancia de nuestro sistema consciente. Los neurocientíficos confirman la idea. Por ejemplo: ¿tomamos realmente las decisiones previa deliberación consciente? Más bien parece que sucede lo contrario: que primero actuamos (empujados por el inconsciente) y después nos creamos la ilusión de haber deliberado. O sea que, en realidad, no hacemos lo que queremos, sino que queremos lo que hacemos. Citaré aquí los trabajos del neurólogo Benjamín Libet sobre el llamado “retraso de medio segundo”, y que demuestran que el impulso eléctrico que inicia una acción tiene lugar medio segundo antes de que tomemos la decisión consciente de actuar. Ya digo: nosotros creemos que primero deliberamos y luego actuamos, pero la realidad es que la inmensa mayoría de nuestras acciones se inician de manera inconsciente. En palabras de Francis Crack: “Somos conscientes de una decisión, pero no de lo que nos hace tomar esa decisión”. Las racionalizaciones vienen a posteriori. Más que animal racional, el hombre es animal racionalizador. Lo cual, por otra parte, es comprensible. En nuestra condición de organismos activos inmersos en el mundo, procesamos unos catorce millones de bits de información por segundo; pero la amplitud de banda de nuestra conciencia sólo da cabida para unos dieciocho bits. O sea que el juego básico es inconsciente, ya que sólo una millonésima parte de la información llega a nuestra conciencia.

 

Fuente: Asimetrías. Salvador Pániker. Random House Mondadori. Barcelona. 2008.

 

« volver