Durante trescientos años, la psicofarmacia fue más un sueño que una realidad...

Durante trescientos años, la psicofarmacia fue más un sueño que una realidad. Con Sigmund Freud se impuso el psicoanálisis y se abandonó el uso de fármacos para tratar las enfermedades mentales. El resurgimiento de las drogas se produce después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se empieza a usar la torazina y otros componentes químicos para mejorar determinadas dolencias. Los neurocientíficos descubrieron que estas drogas podían modificar la concentración de dopamina y otros neurotransmisores. De pronto, pareció que sólo era cuestión de ajustar los niveles químicos, tal y como Willis había predicho.

La fluoxetina, más conocida por su nombre comercial, Prozac, se utiliza actualmente para tratar la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo. Cuando salió al mercado, en 1990, representó una revolución en la psicofarmacia por sus bajos efectos secundarios. No creaba adicción y los efectos de una sobredosis no eran muy graves. La fluoxetina actúa sobre el sistema nervioso central; concretamente, sobre los niveles de serotonina. Se cree que la depresión está relacionada con un desequilibrio en los niveles de este neurotransmisor, de modo que un bajo nivel de serotonina entre las neuronas provoca la depresión. La fluoxetina evita que las células capten serotonina, de modo que la cantidad de neurotransmisor entre las neuronas será mayor. Como sucede con la mayoría de psicofármacos, se desconoce el mecanismo de acción preciso de esta molécula: lo único que podemos ver son sus efectos.

Willis se había hecho rico con sus tratamientos, pero probablemente no daría crédito a las cifras que estas moléculas movilizan a día de hoy. Sólo los antidepresivos mueven más de doce mil millones de dólares en Estados Unidos.

Actualmente existen drogas para una gran cantidad de trastornos mentales. El modafinil mejora la memoria y levanta el ánimo; la ritalina suele utilizarse en niños con déficit de atención e hiperactividad. Hay drogas para dormir y drogas para mantenerse despierto...

 

Fuente: El alma está en el cerebro. Eduardo Punset. Santillana Ediciones Generales. Madrid. 2006.

 

« volver