El <i> Manifiesto comunista </i> es un texto de carácter excepcional: por su brevedad...

Un texto excepcional.
El Manifiesto comunista es un texto de carácter excepcional: por su brevedad; porque inauguraba un género nuevo en la filosofía política al juntar consideración histórica, análisis sociológico y perspectiva política con la defensa explícita de los intereses de una clase social, el proletariado industrial, que por entonces no tenía en Europa casi nada; por lo que en su momento representó en el conjunto de la obra de Marx y Engels; por lo que ha significado para el movimiento obrero organizado en los cinco continentes; por el hecho de haber sido traducido repetidamente a todas las lenguas y en todos los países; por la gran audiencia que ha alcanzado a lo largo de siglo y medio.

Pocas veces en la historia de las ideas se habrá dicho tanto a favor de los de abajo, de los explotados y oprimidos, en tan poco espacio. Si el viejo refrán dice verdad, el Manifiesto comunista es dos veces bueno: sólo veintitrés páginas (en la edición alemana original) para tratar uno de los asuntos que más permanentemente ha conmovido a aquella parte de la humanidad preocupada por el mal social en el mundo moderno: el de las causas de la desigualdad social y la lucha de clases.

Pues bien: el viejo dicho debe decir con verdad, puesto que el Manifiesto comunista ha sido, con la Biblia, el escrito que más traducciones y reimpresiones ha merecido en los últimos ciento cincuenta años. El mismo año (1848) en que apareció la edición original alemana el Manifiesto se había traducido ya al francés, al polaco, al italiano, al danés, al flamenco y al sueco; en 1850 fue publicado por primera vez en inglés; en la década siguiente apareció la primera traducción en ruso, hecha por Bakunin. La primera traducción castellana se publicó en La emancipación de Madrid, en 1871.

 

Fuente: Marx (sin ismos). Francisco Fernández Buey. El Viejo Topo. Barcelona. 2009.

 

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