El judaísmo es la religión del Libro. Sé perfectamente que también se pude decir del cristianismo y del islam...

El judaísmo es la religión del Libro. Sé perfectamente que también se pude decir del cristianismo y del islam. Pero me parece que no con la misma pertinencia. “El judaísmo -añade mi amigo- es la única religión donde el primer deber de los padres consiste en enseñar a leer a sus hijos...” Porque la Biblia está ahí, esperándoles y definiéndoles. Para un cristiano, y sin duda también para un musulmán. Dios es lo que cuenta y salva en primer lugar: el Libro no es más que el camino que viene de él y a él conduce, su huella, su palabra, que sólo vale absolutamente en virtud de Aquel que la enuncia o inspira. Para un judío, creo, es diferente. El Libro se basta a sí mismo, vale por sí mismo, y seguiría siendo válido aunque Dios no existiera o fuera otro. Por otra parte, ¿qué es? Ningún profeta judío ha pretendido saberlo, sino sólo lo que quería u ordenaba. El judaísmo es la religión del Libro, y este Libro es una Ley (una Torà ) mucho más que un Credo : ¡lo que enuncia es lo que hay que hacer, mucho más que lo que habría que creer o pensar! Por lo demás, se puede creer lo que se quiera, pensar lo que se quiera, por ese motivo el espíritu es libre. Pero no se puede hacer lo que se quiera, porque somos responsables, moralmente, unos de otros.

Si Cristo no es Dios, si no resucitó, ¿qué queda del cristianismo? Nada específico, nada propiamente religioso, y sin embargo, en mi opinión de ateo, lo esencial: una determinada fidelidad, una determinada moral, es decir, una determinada forma, entre otras posibles, de ser judío... Alguna vez, al ser preguntado acerca de mi religión, me he definido como un no judío asimilado . Porque, lo quiera o no, soy judeocristiano, y tanto más asimilado, en efecto, cuanto que he perdido la fe. Sólo me queda la fidelidad para ponerme a salvo del nihilismo o la barbarie.

Hace algunos años, durante una conferencia en Reims o en Estrasburgo, ya no me acuerdo, tuve la oportunidad de explicarme sobre estas dos nociones de fe y fidelidad. después de la conferencia, que se desarrollaba en una facultad o una institución de enseñanza superior de prestigio, se ofreció una especie de cóctel. Me presentaron a unos cuantos colegas y personalidades, y, entre éstas, a un rabino.

-Durante su conferencia -me dijo- sucedió algo divertido...

-¿Qué?

-Usted estaba hablando de fidelidad. Yo le dije al oído al amigo que me acompañaba: “Eso me recuerda una historia judía. Te la contaré cuando llegue el momento...”

-¿Y bien?

-¡Es la historia que usted mismo contó algunos segundos más tarde!

Ésta es pues la historia, que me parece resumir el espíritu del judaísmo, o al menos el aspecto que más me afecta, y que me agradó ver así, en cierto modo, autentificado.

Es la historia de dos rabinos, que cenan juntos. Discuten acerca de la existencia de Dios, y llegan de común acuerdo a la conclusión de que Dios, finalmente, no existe. Después, se van a acostar... El día amanece. Uno de nuestros rabinos se levanta, va a buscar a su amigo, no lo encuentra en casa, sale a buscarlo fuera, y lo encuentra en el jardín, realizando su oración ritual de la mañana. Se acerca, algo desconcertado.

-¿Qué estás haciendo? -le pregunta.

-Lo que ves: rezo mi oración ritual de la mañana...

-Pero ¿por qué? Hemos discutido buena parte de la noche, hemos llegado a la conclusión de que Dios no existe, y tú, ahora, ¡¿ rezas tu oración ritual de la mañana ?!

El otro le contesta simplemente:

-¿Qué tiene que ver Dios con este asunto?

 

Fuente: Diccionario filosófico. André Comte-Sponville. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona. 2005.

 

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