Iskra no es tanto cristalización de una necesidad abstracta de propaganda y doctrina...

Iskra no es tanto cristalización de una necesidad abstracta de propaganda y doctrina, como respuesta concreta a una situación concreta, la respuesta a la fragmentación y división del movimiento Socialdemócrata ruso paralela al avance del revisionismo y el reformismo. Entre esa situación y la aparición de Iskra, prólogo de la fundación real del partido social-demócrata ruso tras la creación simbólica de Minsk en 1898, hay una relación semejante  -mutatis mutandis-  a la que hay, por ejemplo, entre los Ejercicios espirituales previos a la fundación de la compañía de Jesús por Ignacio de Loyola y el avance de la Reforma. Lo que significa que en el hacer político leniniano el problema de la organización, el problema de la creación de un partido monolítico y disciplinado, no debe interpretarse como síntoma de pasión jacobina alguna o expresión de un blanquismo esencial sino sencillamente como consecuencia de la necesidad de combatir eficazmente  a un enemigo en una coyuntura concreta. En este sentido, por paradójico que pueda resultar dada la importancia que la Organización, con mayúscula, tiene para él, Lenin no es un “hombre de organización”, sino un hombre de praxis: no pone la política al servicio de la organización, sino, al contrario, ésta al servicio de aquélla. Así, remedando la famosa frase, tantas veces citada, de Marx, “lo único que sé es que no soy marxista”,  podría decirse que Lenin nunca fue, ni –menos aún- lo sería hoy, “leninista”. Lo que no impide que su teoría del partido contenga principios organizativos de carácter general basados en paradigmas y modelos –la fábrica, el ejército moderno- de conjunción y organización de esfuerzos, división del trabajo y concentración de energías individuales en pos de una optimización de resultados y una multiplicación de fuerzas. Modelos por lo demás que responden a criterios de rentabilidad y eficacia propios de una cultura capitalista que sigue siendo la nuestra.

 

Fuente: Lenin. Francisco Díez del Corral Zarandona. El Viejo Topo. Barcelona. 1999.

 

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