Kant transformó radicalmente nuestra concepción del conocimiento. Hoy ya casi nadie se cree que el espíritu se limite a reproducir el mundo...

Kant transformó radicalmente nuestra concepción del conocimiento. Hoy ya casi nadie se cree que el espíritu se limite a reproducir el mundo. Prácticamente todas las teorías son constructivistas: somos nosotros quienes construimos nuestra realidad. Los límites de nuestro conocimiento vienen dados por esta misma construcción, del mismo modo que sólo podemos oír los sonidos comprendidos dentro de determinada frecuencia de onda y no las ondas ultrasónicas como sí hacen los perros. Al mismo tiempo, a partir de Kant pudo pensarse que nuestro sistema cognoscitivo, aunque trascendental, podía depender de factores cambiantes. Estos factores podían estar condicionados por la historia, la sociedad, el sexo, el entorno o la cultura, o incluso depender de intereses inconscientes. En cualquier caso se trata de factores de los que no somos conscientes, puesto que preceden al conocimiento. Esto abrió el juego de la sospecha generalizada. Ahora, todos descubrían en todos las razones de su estrechez de miras: es un capitalista, por lo que solamente puede pensar en términos de maximización del beneficio; es un “wasp” (“white anglo-saxon protestant”, o un anglosajón protestante blanco), por lo que sólo puede pensar en las categorías de la cultura europea y es incapaz de darse cuenta de ello. Esto hacía posible que se fuera culpable de un modo inocente; uno estaba equivocado, pero no era consciente de ello. Los dos siglos que siguieron a Kant fueron los tiempos de la sospecha ideológica. Pero antes de que esto sucediese, Hegel aún tenía que corregir la falta de historicidad de la filosofía kantiana.

 

Fuente: La cultura. Dietrich Schwanitz. Santillana Ediciones Generales. Madrid. 2002.

 

« volver