La conexión entre el dinero y las élites políticas ha existido durante siglos...(David Rothkopf)

La conexión entre el dinero y las élites políticas ha existido durante siglos. Phillips observa que, de las 50 personas citadas por The Wall Street Journal  como las más ricas del pasado milenio, 30 eran gobernantes o altos funcionarios públicos y otras 9 eran banqueros o contratistas del Gobierno. Quizás aún más evocativamente, el libro de Cullen Murphy, Are We Rome? The Fall of an Empire and the Fate of America [¿Somos Roma?  La caída de un imperio y el destino de Estados Unidos], relata la evolución de la palabra latina suffragium  a través de los cinco siglos de gloria y decadencia de Roma. De acuerdo con el análisis del historiador de Oxford Geoffrey de Ste. Croix, la palabra latina significaba originalmente “tablilla de votación” o “balota”, pero con el paso del tiempo  -a medida que desaparecían las tradiciones republicanas y surgía el sistema de transacciones entre redes de élites establecidas-, el término evolucionó hasta expresar la “presión que puede ejercer un hombre poderoso en beneficio propio”. Finalmente, con el dinero que se convirtió en un instrumento de influencia, la palabra llegó a significar “una donación, un pago o un soborno”.

Cuando Silvio Berlusconi terminó su primer mandato como primer ministro de Italia en 1994, la nación  se vio envuelta en un escándalo que remitía a la antigua lengua de su capital. Los expertos lo llamaron la debacle de “Tangentopolis”  (ciudad del soborno). Pero eso no fue suficiente para detener la carrera política de Berlusconi –entonces el hombre más rico de Italia y el decimocuarto en la lista de archimillonarios de Forbes-, ni impedir su retorno al Gobierno en 2001.. Fue reelegido en virtud de su influencia,  su personalidad extraordinaria y, en no menor medida, por su  habilidad para utilizar el poder de algunos de sus holdings, que incluyen un imperio de los medios de comunicación con tres cadenas de televisión, una compañía cinematográfica y el más importante  grupo editorial de Italia. Muchos de los ex empleados de estas compañías ingresaron en la política y se unieron al partido de Berlusconi. Pero más significativa fue la cobertura que brindaron al político en su intento de volver al Gobierno. De acuerdo con algunas estimaciones independientes, durante su campaña política, la cadena de televisión de Berlusconi, Mediaset, dedicó once veces más cobertura a su propietario principal que a su oponente. Uno de los canales, Italia Uno, concentró la cobertura en la lucha contra el delito y la inmigración, dos temas centrales para la campaña de Berlusconi. Cuando el Canale 5, el menos parcial de sus holdings,  mencionó un error de Berlusconi, éste personalmente llamó a Enrico Mentana, su jefe de noticias, para quejarse del programa. Su revista Panorama respaldó su campaña, como hizo el periódico familiar Il Giornale, dirigido por un hermano de Berlusconi. En vísperas de su elección, The Guardian aludió a su control de los activos de los medios como “el mayor conflicto de intereses en la democracia occidental”. Gracias a sus holdings y a la propiedad estatal de las otras principales cadenas de televisión, Berlusconi posee un control efectivo de casi todos los activos de las compañías de comunicaciones en la sexta economía más grande del mundo.

 

Fuente: El club de los elegidos. David Rothkopf. Ediciones Urano.Barcelona.2008.

 

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