La etimología del término “demagogia” está asociada a las raíces “demos” -pueblo- y “agein” -llevar-...

La etimología del término “demagogia” está asociada a las raíces “demos” -pueblo- y “agein” -llevar-. El demagogo es el líder que lleva o conduce a la multitud, a la audiencia, y la lleva precisamente allí donde quiere llevarla por efecto de sus técnicas o dotes de persuasión: a la realización de sus objetivos o metas con el apoyo del pueblo. En la Grecia antigua surge la demagogia en el marco de la recién estrenada democracia, de la mano de los maestros profesionales de oratoria, los sofistas, que enseñan, como Protágoras, que “en relación a cualquier asunto pueden argumentarse dos opiniones contrarias e igualmente válidas”. La acción de estos demagogos profesionales, algunos de los cuales alcanzaron un alto nivel filosófico según sabemos por los diálogos de Platón, fue motivo del pronto descrédito de las instituciones democráticas, guiadas a menudo más por la persuasión que por la justicia. Platón y Aristóteles hablan de la demagogia como la forma degenerada o perversa de la democracia, y éste será el sentido que retendrá también en los orígenes del discurso político moderno, donde designa al régimen político cuyos gobernantes halagan al pueblo y, más concretamente, las pasiones y los sentimientos de la masa, a menudo sin consideración de la dignidad. El demagogo recurre a argumentos sensibleros, a grandes proclamas -patria, honor, familia, apelación a los hijos, a los antepasados, etcétera- para reforzar sus tesis y persuadir, haciendo a menudo uso de efectivas dotes de dramaturgia o de un carisma personal.

En la época contemporánea es sino de la democracia haber integrado a la demagogia en su rutina y procedimientos normales, aunque la transparencia y el principio de legalidad, así como la libertad de prensa, pueden mitigar sus efectos. Otras veces, estos mismos medios de comunicación se constituyen en la plataforma o tribuna idónea para el ejercicio de la demagogia, en el régimen que ha dado en llamarse → mediocracia. Con carácter general, y más allá de la crítica conservadora de la demagogia democrática, el proceso de desfundamentación de los valores asociado al final de la modernidad y de las filosofías lineales de la evolución cultural, ha llevado a subrayar el papel de la retórica como signo último de la cultura de la era posmoderna.

 

Fuente: Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales. Jorge Vigil Rubio. Alianza Editorial. Madrid. 1999.

 

« volver