La hegemonía global estadounidense es ya una realidad más de nuestra vida... (Zbigniew Brzezinski)

La hegemonía global estadounidense es ya una realidad más de nuestra vida. Nadie, ni siquiera Estados Unidos, tiene ninguna otra opción. De hecho, el gigante norteamericano pondría en peligro su propia existencia si acabase decidiendo  -como la China de hace más de medio milenio-  retirarse repentinamente del mundo. A diferencia de China, sin embargo, Estados Unidos no podría aislarse del caos global que se precipitaría inmediatamente a continuación. Pero, como en cualquier aspecto de la vida, también en las cuestiones de la política todo acaba algún día por decaer. La hegemonía es una fase histórica pasajera. Al final (aunque no sea en breve), el dominio global de Estados Unidos acabará por desvanecerse. Así pues, no es demasiado pronto para que los estadounidenses decidan qué forma quieren que tenga el legado final de su hegemonía.

Las opciones reales entre las que elegir son las respuestas a las preguntas de cómo debería ejercer Estados Unidos su hegemonía, cómo y con quién la debería compartir y a qué objetivos últimos debería ir dedicada. En definitiva, ¿cuál es el propósito central del poder global sin precedentes de Estados Unidos?  La respuesta determinará en última instancia si el consenso internacional legitima y refuerza el liderazgo estadounidense o si, por el contrario, la primacía de Washington descansa principalmente sobre una denominación enérgica basada en la fuerza. El liderazgo consensual incrementaría la supremacía estadounidense en los asuntos mundiales, ya que la legitimidad resultante elevaría el estatus de Estados Unidos como única superpotencia mundial; la dominación obligaría a un mayor gasto de poder, aunque también dejase a Estados Unidos en una posición de excepcional preponderancia. Dicho de otro modo, si opta por lo primero, Estados Unidos sería una Superpotencia con mayúsculas; si opta por lo segundo, sería una superpotencia limitada.

Ni que decir tiene que la propia seguridad de Estados Unidos ha de ser el primer y principal propósito del ejercicio de su poder nacional. En un entorno global cada vez más incontrolable en lo que concierne a la seguridad, sobre todo debido a la creciente capacidad no sólo de los Estados Unidos, sino también de organizaciones encubiertas para desencadenar una mortandad masiva, la seguridad del pueblo norteamericano ha de ser el objetivo primordial de la política global estadounidense. Pero en nuestro tiempo, la idea de alcanzar la seguridad nacional en solitario es una quimera. La búsqueda de seguridad ha de contemplar también una serie de esfuerzos destinados a aunar un mayor respaldo global. De lo contrario, el malestar y la envidia internacionales  provocados por la supremacía de Estados Unidos podrían transformarse en una amenaza en continuo aumento por lo que respecta al mantenimiento de la seguridad.

 

 

Fuente: El dilema de Estados Unidos. Zbigniew Brzezinski. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona. 2005.

 

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