Mi deseo de hallar esas tres entidades psíquicas se había encendido al ver un diagrama...

Mi deseo de hallar esas tres entidades psíquicas se había encendido al ver un diagrama que Freud había publicado cuando hizo una reseña de su nueva teoría estructural de la mente, desarrollada entre 1923 y 1933. Si bien la nueva teoría conservaba la división anterior entre funciones mentales conscientes e inconscientes, añadía tres entidades psíquicas que interactuaban entre sí: el yo, el ello y el superyó. Freud concebía la conciencia como la superficie del aparato mental. Sostenía que buena parte de las funciones mentales se halla sumergida por debajo de esa superficie, como la masa principal de un iceberg está sumergida bajo la superficie del océano. Cuanto mayor es la profundidad a la que se encuentra una función, tanto menos accesible es a la conciencia. El psicoanálisis era una manera de llegar a los estratos mentales sumergidos, los componentes preconscientes e inconscientes de la personalidad.

Lo que imprimió un giro espectacular al nuevo modelo de Freud fue la interacción postulada entre las tres entidades psíquicas. De hecho, Freud no definió el yo, el ello y el superyó como entidades conscientes o inconscientes, sino como entidades que diferían en su estilo, su meta y sus funciones.

Según esa teoría estructural, el yo (el “yo” autobiográfico) es una entidad ejecutiva que cuenta con un componente consciente y otro que no lo es. El componente consciente está en contacto directo con el mundo externo por medio del aparato sensorial de la vista, el oído y el tacto; tiene que ver con la percepción, el razonamiento, la planificación de la acción y las experiencias de placer y de dolor. En sus trabajos, Hartmann, Kris y Lowenstein hicieron hincapié en que ese componente sin conflictos que es el yo funciona lógicamente y en que sus acciones se atienen al principio de realidad. El componente inconsciente del yo interviene en las defensas psicológicas (represión, negación y sublimación), mecanismos mediante los cuales el yo inhibe, canaliza y reorienta los impulsos instintuales sexuales y agresivos provenientes del ello, segunda entidad psíquica.

El ello, término que Freud tomó de Friedrich Nietzsche, es totalmente inconsciente. No está gobernado por la lógica ni por el principio de realidad sino por el principio hedonista de procurarse placer y evitar el dolor. Según Freud, el ello representa la mente primitiva del infante y es la única estructura mental presente ya en el momento de nacer. La tercera entidad, el superyó, es el agente moral inconsciente, encarnación de nuestras aspiraciones.

 

Fuente: En busca de la memoria. Eric R.Kandel.Katz Editores.Buenos Aires.2007.

 

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