Poder, viene del latín popular potere, a su vez derivado del latín posse...(Anne-Marie Rocheblave-Spenlé)

Poder, viene del latín popular potere, a su vez derivado del latín posse. Se trata evidentemente de un infinito verbal, pero usado como sustantivo desde la edad media. En la misma época aparecen los adjetivos “poderoso” y “todopoderoso”, derivados también de posse, y cuyo parentesco con el término poder intentaremos establecer.

Esta raíz del término reviste cierto interés. En efecto, el poder es, en origen, el hecho de “poder algo”, es decir, “ser capaz de”, “tener la fuerza de”, como claramente aparece en la locución: “no está en mi poder el hacer…”. Cuando se dice: “yo puedo levantar este peso”, se quiere decir: “yo tengo la capacidad, la fuerza para levantarlo”. Entrevemos la importancia del poder por el hecho de su estrecha conexión con las nociones de fuerza y debilidad.

Esta etimología explica igualmente por qué las relaciones entre la persona y el poder fueron tan tardíamente abordadas por la psicología: la relación de este concepto con el de fuerza impidió que fuera analizado por la psicología clásica; ha sido necesario llegar a una perspectiva dinámica para interesarse por la problemática del poder. Una fuerza se manifiesta por su acción, por los efectos que produce; posee una dirección y puede provocar modificaciones materiales sobre los objetos en que actúa. Pero puede también actuar sobre otras fuerzas, sobre fuerzas en el sentido dinámico del término, es decir, fuerzas reactivas que poseen en sí mismas su principio de acción. Esto ocurre cuando el hombre ejerce su acción sobre otro hombre, o, de una forma aún más acentuada, cuando dos personas quieren ejercer recíprocamente un poder, lo que conduce al caso clásico de conflicto de poderes.

Este término parece, pues, caracterizar a la especie humana en general, puesto que cada persona es un conjunto dinámico, capaz de modificar su medio y a aquellos que la rodean. Pero el hombre puede también renunciar a su poder, delegarlo, aceptar que otro lo asuma y lo ejerza sobre él.

Este poder del hombre sobre el hombre nos conduce así al terreno de lo político, en donde encontramos esta idea de una fuerza que se ejerce sobre un grupo de hombres para modificarlo; la modificación más importante indudablemente es hacerlos pasar de la vida a la muerte, expresión del poder absoluto que Malraux asimila sin más al poder, cuando dice: “el poder es el poder de matar”.

 

Fuente: El poder desenmascarado. Anne-Marie Rocheblave-Spenlé. Sociedad de Educación Atenas. Madrid. 1975.

 

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