Ser, en el sentido que hemos descrito, implica la facultad de ser activo; la pasividad la excluye...

Ser, en el sentido que hemos descrito, implica la facultad de ser activo; la pasividad la excluye. Sin embargo, “activo” y “pasivo” son de las palabras más mal comprendidas, porque su significado es completamente distinto hoy día del que tenía desde la antigüedad clásica y la Edad Media hasta el periodo que se inició con el Renacimiento. Para comprender el concepto de ser, debemos aclarar los conceptos de actividad y de pasividad.

En el uso moderno, la actividad generalmente se define como una cualidad de la conducta que produce un efecto visible mediante el gasto de energías. Por ejemplo, a los campesinos que cultivan sus tierras se les llama activos, o a los obreros en la línea de ensamble, a los vendedores que persuaden a sus clientes a que hagan compras, a los inversionistas que invierten su dinero o el ajeno, a los médicos que atienden a sus pacientes, a los empleados que venden estampillas postales, a los burócratas que archivan papeles. Aunque algunas de estas actividades pueden requerir más interés o concentración que otras, esto no importa en relación con la “actividad”. Generalmente la actividad es una conducta que tiene un fin socialmente reconocido y que produce cambios socialmente útiles.

La actividad en el sentido moderno se refiere sólo a la conducta, y no a la persona que hay tras la conducta. No tiene importancia si la gente está activa porque es impulsada por una fuerza externa, como un esclavo, o por una compulsión interna, como una persona movida por la angustia. No importa si los individuos se interesan en su trabajo de carpintero, de literato creador, de científico o jardinero; o si no tienen una relación interior (y una satisfacción) con lo que hacen, como los obreros de la línea de ensamble o el empleado de correos.

El moderno sentido de actividad no distingue entre estar activo y estar ocupado; pero hay una diferencia fundamental, que corresponde a los términos “alienado” y “no alienado” en las actividades.

En la actividad alienada no siento ser el sujeto activo de mi actividad; en cambio, noto el producto de mi actividad, algo que está “allí”, algo distinto de mí, que está encima de mí y que se opone a mí. En la actividad alienada realmente no actúo; soy activado por fuerzas internas o externas. Me vuelvo ajeno al resultado de mi actividad. El caso de actividad alienada que puede observarse mejor en el campo de la psicopatología, es el de los individuos compulsivos-obsesivos. Forzados por una necesidad interior a hacer algo contra su voluntad (contar pasos, repetir determinadas frases, realizar ritos privados) pueden mostrarse muy activos buscando esta meta; pero como lo ha mostrado ampliamente la investigación psicoanalítico, son impulsados por una fuerza interior de la que no están conscientes. Un ejemplo igualmente claro de actividad enajenada es la conducta poshipnótica. Las personas que bajo sugestión hipnótico hacen determinadas cosas después de despertar del trance hipnótico, actúan sin darse cuenta de que no están haciendo lo que desean, y que en realidad obedecen las órdenes hipnóticas que recibieron previamente.

En la actividad no alienada, yo siento ser el sujeto de mi actividad. Una actividad no alienada consiste en dar a luz algo, en producir algo y permanecer vinculado con lo que se produce. Esto también implica que mi actividad es una manifestación de mis poderes, y que yo, m i actividad y el resultado de ésta son lo mismo. A esta actividad no alienada la denomino actividad productiva. (Usé los términos “actividad espontánea” en El miedo a la libertad y “actividad productiva” en mis obras posteriores).

“Productivo” como se usa aquí no se refiere a la capacidad de crear algo nuevo u original, como la actividad creadora del artista o del científico. Tampoco me refiero al producto de mi actividad, sino a su calidad. Una pintura o un tratado científico pueden ser totalmente improductivos, o sea estériles. Por otra parte, el proceso que se realiza en quienes tienen una conciencia profunda de sí mismas, o que verdaderamente “ven” un árbol y no sólo lo miran, o que leen un poema y sienten el movimiento de los sentimientos que el poeta expresó con sus palabras, ese proceso puede ser muy productivo, aunque no “produzca” nada. La actividad productiva denota un estado de actividad interior; no necesariamente implica una conexión con la creación de una obra de arte, de ciencia, o algo “útil”. La productividad es una orientación del carácter que pueden tener todos los seres humanos, en el grado en que no se encuentren emocionalmente inválidos. Las personas productivas animan lo que tocan. Hacen surgir sus propias facultades, y dan vida a las personas y a las cosas.

“Actividad” y “pasividad” pueden tener dos significados completamente distintos. La actividad alienada en el sentido de estar ocupado en realidad es “pasiva” en el sentido de la productividad. En cambio la pasividad, como el no estar ocupado, puede ser una actividad no enajenada. Esto es muy difícil de comprender hoy día, porque la mayor parte de la actividad es “pasividad” alienada, y la pasividad productiva rara vez se practica.

 

Fuente: ¿Tener o ser?. Erich Fromm. Fondo de Cultura Económica.Madrid.1999.

 

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