Sobre la teoría del valor: el “trabajo” crea cosas, pero ningún valor...

Sobre la teoría del valor: el “trabajo” crea cosas, pero ningún valor. Una cosa obtiene valor por primera vez en el intercambio; una cosa se hace “valiosa” para mí solamente cuando no la necesito en forma directa, sino que quiero cambiarla por otra. En consecuencia, el valor no está originariamente en la producción, sino que de suyo es social. El valor se hace importante para la producción sólo cuando se trabaja para un mercado y no para el uso directo. En el mercado cada cosa comparece como un valor. Pero eso no significa que yo tengo valores o que puedo producir valores. Tan pronto como una cosa abandona el mercado y se aplica al consumo, pierde su “valor”.

Los llamados “valores superiores” se distinguen de los “valores de las cosas” por el hecho de que sólo puedo “tenerlos” si los produzco constantemente. Hay en el mundo honor, valor, etc., en la medida que hay hombres que tienen honor, valor, etc., es decir, que los producen constantemente de nuevo. Honor y valentía se convierten en “valores” tan pronto como se “socializan”, es decir, tan pronto como un estamento vive de ellos y los utiliza como valores de cambio en el mercado de la vida. (El honor del cuerpo de oficiales, la valentía del ejército de mercenarios, los “valores” de la Iglesia, etc.). Su valía no está precisamente en el hecho de que se produzcan, sino en su carácter de cambio. En cuanto vivimos en la sociedad, todo se nos convierte en “valores”. Nunca producimos valores por el mero hecho de ser hombres (en cuanto meros hombres no producimos para la sociedad, sino para el uso, independientemente del valor que se atribuya a nuestro producto en el mercado). El hombre absolutamente asocial no conoce ningún valor; conoce solamente las cosas que lo condicionan y por las que él mismo se condiciona. Cosas como la silla y la mesa, precisamente por ser eso, pueden convertirse en valores dentro de la sociedad. El hombre absolutamente socializado ya sólo conoce valores; para él todo se ha convertido en artículo de cambio.

Puesto que sólo es posible producir cosas y no valores, y, por otra parte, los valores sólo pueden establecerse en las cosas producidas, en consecuencia, una humanidad socializada por completo perece a la postre por falta de producción, que, sin embargo, es interpretada como falta de valores. Las cosas erigidas solamente como valores pierden su carácter de cosa y, con ello, también la fuerza de crear condiciones estables para la existencia.

 

Fuente: Diario filosófico. Hannah Arendt. Herder Editorial. Barcelona. 2006.

 

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