LA GRAN ESPERANZA BLANCA

Focus: Política
Fecha: 29/06/2017

Rocky Marciano fue en los cincuenta del siglo pasado la gran esperanza blanca en el mundo del boxeo. Fue campeón mundial de los pesos pesados durante cuatro años y los medios de comunicación trataron de elevarlo a la categoría suprema en ese deporte, en el que en realidad sólo fue una excepción entre los púgiles de raza negra, desde el mítico Joe Louis a Ray Sugar Robinson. Rocky Marciano aprovechó la oportunidad y supo retirarse a tiempo.

Ahora la gran esperanza blanca de la República Francesa es Emmanuel Macron (ver mi entrada del 18.05.2017 http://www.alfdurancorner.com/articulos/LA-CAJA-VACIA.html ), que ha obtenido una mayoría sobrada en la Asamblea Nacional como para hacer lo que se le ocurra.

No es que se esperen sorpresas, pues es conocida su posición neoliberal en lo económico y en lo social, que significa sacrificar la democracia para no disgustar a los mercados. Los “mercados” (no nos confundamos) son los inversores internacionales, que se han convertido en los guardianes de la ortodoxia política.

Pero lo más importante de estas elecciones legislativas es la elevada abstención (57,4%). Esto significa que sobre un censo electoral de 45,6 millones de personas, 26,1 millones no han votado, se han desentendido de la cosa pública, batiendo todos los records de abstención registrados hasta la fecha. Y la coalición ganadora (En Marche / Modem) ha obtenido el 43,06% del voto, es decir, aproximadamente 8.400.000 personas.

Además, debido a que el sistema no es proporcional sino por circunscripciones (lo cual, en principio parece razonable), el Frente Nacional con el 8,75% del voto sólo ha obtenido 8 diputados, menos que el Partido Socialista (5,68% del voto – 30 diputados) o la Francia Insumisa (4,86% del voto – 17 diputados).

En definitiva que aunque el señor Macron pueda reproducir el estilo de gobierno del general De Gaulle, ni es un héroe de la guerra contra el nazismo ni tiene el apoyo entusiasta de la mayoría de los ciudadanos. No es que haya ganado, es que los partidos tradicionales han perdido y la desafección política de millones de ciudadanos ha cerrado el ciclo. Y si cae en la tentación de gobernar de forma presidencialista, arropado por sus fieles seguidores (muchos de ellos simples oportunistas) y al margen del sentir de la calle, puede acabar liquidando los pocos vestigios que quedan de la Francia republicana, que había sido modelo de una sociedad democrática avanzada. Una Francia que tuvo entre sus hijos ilustres a Jean-Jacques Rousseau y su célebre “contrato social”, en el que declaraba que un Estado sólo puede ser legítimo si responde a la “voluntad general” de sus ciudadanos, que participan de manera activa en la elaboración de sus leyes.

No echemos las campanas al vuelo. Si alguno cree que el señor Macron es la gran esperanza blanca, mejor que se recoja en el exilio interior.

Alf Duran Corner

 

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