OTRO PAIS

Focus: Sociedad
Fecha: 07/03/2007

A raíz del episodio “De Juana Chaos” (que debería tener un tratamiento técnico-jurídico y nada más), se ha puesto en evidencia el contraste sociológico entre Castilla y Catalunya (Euzkadi no cuenta por ser parte implicada).

En Castilla (la gran Castilla, desde Santander a Cádiz) la derecha se ha echado a la calle y ha manifestado su repulsa a la decisión del Tribunal Supremo (que rebajó la pena por “amenazas”) y su odio visceral al Gobierno del Estado, y en especial a su Presidente, por haber concedido una prisión atenuada.

En Catalunya, y en la plaza de Sant Jaume, frente al gobierno de la Generalitat, apenas un centenar de individuos trataban de hacerse oír con escasa suerte, ante la mirada sorprendida de los turistas habituales.

En Madrid, la capital de la gran Castilla, los principales comunicadores de las radios privadas de la derecha (la Cope, Onda Cero, etc) proclamaban sus soflamas más agresivas y sus continuas “amenazas” a provocar un golpe de estado, si el gobierno no rectificaba y pedía perdón. Lo mismo hacían las tribunas de los periódicos de la franja ultramontana (La Razón, El Mundo, ABC, etc.).

Las emisoras de radio catalanas se distanciaban del tema, y lo propio hacían los principales medios de prensa (desde el conservador “La Vanguardia” hasta el progresista “El Periódico”), y, cuando opinaban, felicitaban al gobierno por el coraje de la decisión tomada.

A modo de paréntesis, no estaría de más que algún experto analizara con rigor las “diferencias” entre las “amenazas” (penadas por la ley) del señor De Juana y las “amenazas” casi diarias de los señores Jiménez & Vidal (Cope) y del señor Ramírez (Mundo), que nadie denuncia ante los tribunales y que, cuando se denuncian, acaban siendo archivadas.

En Madrid, en Murcia, en Burgos, en Fachadolid (perdón, en Valladolid), los más destacados portavoces de la derecha del PP, arrogándose una representación de la ciudadanía que nadie les ha otorgado, han expresado su indignación por la “bajeza moral” de las decisiones gubernamentales. En Catalunya, donde también hay una derecha, aunque es una derecha democrática y civilizada, los líderes de Convergència y de Unió Democràtica se han sentido próximos al gobierno de Rodríguez Zapatero.

En los estadios de la gran Castilla, se insulta al señor Oleguer Presas (jugador del Barça) porque ha dejado escrito su punto de vista sobre el tema “De Juana” y sobre la calidad del “Estado de Derecho” que alberga el caso. En Catalunya se respeta al señor Oleguer Presas (se comparta o no su opinión) y se debate sobre la conveniencia de que los futbolistas sean primero personas y luego muñecos mediáticos.

En la gran Castilla, la autodenominada “Asociación de Víctimas del Terrorismo” se ha transformado en una plataforma política, subvencionada desde el presupuesto del Estado, que trata de derribar al gobierno. En Catalunya, donde también hay familiares de personas que han sufrido las consecuencias del terrorismo etarra, se rechazan las posturas con tufo franquista de la AVT y se manifiesta una voluntad de reconciliación.

En la gran Castilla, la derecha quiere derrotar al enemigo etarra a cualquier precio. En Catalunya, la derecha y la izquierda desean la paz para Euzkadi, y son conscientes de que esta paz exige una negociación y un compromiso.

En Catalunya no hay “peones negros”, ni “manos limpias”, ni “foros de Ermua”, ni “basta ya”, ni “fundaciones para la defensa de la nación española”. Nos molestan las excentricidades casposas.

En la gran Castilla, la religión católica es un negocio público y la jerarquía una plataforma de poder. En Catalunya, la religión católica es un asunto privado y la jerarquía procura pasar desapercibida.

En la gran Castilla se gobierna con los intestinos y no se controlan los esfínteres. En Catalunya los intestinos cumplen su función habitual y no tratan de sustituir al cerebro.

Catalunya es otro país. Aquí no hay encaje que valga.
Alf Duran Corner

 

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