Roma ejerció su dominio en gran medida a través de una organización militar superior y del atractivo de su cultura...

Roma ejerció su dominio en gran medida a través de una organización militar superior y del atractivo de su cultura. China se apoyó mucho en una burocracia eficiente para gobernar un imperio basado en la idea de una identidad étnica compartida, reforzando su control mediante un sentimiento de superioridad cultural muy desarrollado. La base del dominio del Imperio Mongol fue la combinación de unas avanzadas tácticas militares para la conquista con una predisposición a la asimilación. Los británicos (y también los españoles, los holandeses y los franceses) consiguieron la preeminencia a medida que su bandera siguió los pasos de su comercio, reforzando además su control con una organización militar superior y con la afirmación de la superioridad de su cultura. Pero ninguno de esos imperios fue realmente global. Ni siquiera Gran Bretaña fue una potencia realmente global. No controló a Europa sino que, simplemente, la equilibró. Una Europa estable era crucial para la preeminencia internacional británica, y la autodestrucción de Europa marcó, inevitablemente, el fin de la primacía británica.
En cambio, el alcance y la penetración del poder global estadounidense en la actualidad son únicos. Además de controlar todos los océanos y mares del mundo, los Estados Unidos han desarrollado una capacidad militar activa en el control anfibio de las costas que les permite proyectar su poder tierra adentro de maneras políticamente significativas. Sus legiones militares están firmemente asentadas en las extremidades occidental y oriental de Eurasia y también controlan el golfo Pérsico. Los vasallos y tributarios de los Estados Unidos, algunos de los cuales ansían verse ligados a Washington por unos vínculos más formales, salpican el continente euroasiático en toda su extensión, como puesta el mapa de la página siguiente.
El dinamismo económico estadounidense proporciona la precondición necesaria para el ejercicio de la primacía global. En un principio, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, la economía estadounidense se destacó de todas las demás, respondiendo por sí sola de más del 50% del PNB mundial. La recuperación económica de Europa Occidental y de Japón, seguida del fenómeno más amplio del dinamismo económico asiático, hizo que con el tiempo la participación estadounidense en el PNB global experimentara una reducción desde los niveles desproporcionadamente altos de la inmediata posguerra. De todos modos, al acabar la subsiguiente guerra fría, la participación estadounidense en el PNB global, y en concreto su participación en la producción mundial de manufacturas, se había estabilizado en alrededor de un 30%, un nivel que había sido la norma durante la mayor parte de este siglo, a excepción de los años excepcionales inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

 

Fuente: El gran tablero mundial. Zbigniew Brzezinski. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona. 1998.

 

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