A VUELTAS CON LOS PUROS
Focus: Sociedad
Fecha: 14/05/2000
Fumar es malo para la salud. Para la propia y para la ajena.
Directa e indirectamente. Contribuye al deficit en el apartado
de la sanidad pública de los presupuestos del Estado.
Hay muchas otras conductas que afectan mayormente al
sacrosanto deficit, pero la mirada entre ingenua e hipócrita de
la sociedad, les presta poca atención.
El acto de fumar cigarrillos es de naturaleza compulsiva y
responde en muchos casos a razones que tienen más que ver
con la psicología y la sociología que con el placer hedonista.
Fumar puros no es fumar cigarrillos más grandes. Fumar puros
es gozar de un ritual, de un aroma, de una pasión. Y esto
exige tiempo y sosiego.
El fumador de puros inicia el proceso con la selección visual de
la unidad a fumar. Una vez elegido, lo pasea entre los dedos
como buscando la textura y midiendo su grado de humedad.
Contrasta lo acertado de su elección con el leve crujido que un
oído entrenado es capaz de captar. Después viene el corte,
con la herramienta precisa o con la uña experta. Luego el
encendido con buena madera o encendedor al uso, girando el
puro a medida que se inicia el proceso de combustión. Por fin
la primera leve aspiración y el humo liberado sigue su curso.
El fumador de puros no se traga el humo, no quita la vitola
que sujeta la hebra, no muerde ni humedece el cabezal.
El fumador de puros siente vergüenza ajena cuando ve tanto
puro quemado por buscadores de status y celebrantes de
fiestas de diversa condición, que hacen del puro una
simbología.
El fumador de puros se limita a fumarlos y a disfrutarlos.
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