ALARMISMO

Focus: Sociedad
Fecha: 15/12/2006

Una de las reglas de oro del buen periodismo es el arte de la titulación. Hay que dar al título o a los títulos o encabezamientos de las noticias, la justa importancia que tienen. Y nada más.

Durante mucho tiempo la prensa de prestigio ha mantenido esta buena costumbre. Todavía hoy periódicos como el “New York Times”, el “Washington Post”, “Le Monde”, el “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, “El País” son fieles a esta regla.

Pero otros periódicos (al margen de los que practican el amarillismo) se han contagiado de la desmesura de la televisión y de sus espacios informativos.

Merece la pena referirse a “La Vanguardia”, que es un medio de talante conservador que presume de buenas formas. Algo les debe haber ocurrido para que modifiquen sustancialmente su contención habitual.

La primera observación es que sus titulares en portada son siempre a página entera. Y, que yo sepa, cada día no se declara la tercera guerra mundial. Su periodismo es un periodismo alarmista, que no contribuye precisamente a la tranquilidad de sus lectores.

Se diría que se han incorporado a los profetas catastrofistas que auguran grandes descalabros y son incapaces de ver otra cosa que las desgracias. Es bien sabido que este enfoque (la explotación del miedo) no está precisamente a favor de las libertades.

Veamos algunos ejemplos recientes de estas joyas a página entera: “El secuestro de un niño en Begur aviva el debate sobre la seguridad”, “Los okupas controlan 300 casas en el área de Barcelona”, “La toma de Can Ricart reabre el debate sobre los okupas”.

Más que a un periódico, estos titulares corresponderían a un tebeo de “hazañas bélicas”.

En una de sus últimas declaraciones públicas antes de fallecer, Peter F. Drucker declaraba haber sido educado de acuerdo con la máxima de que “un caballero sólo aparece en los periódicos cuando nace, cuando se casa y cuando muere. Si aparece más es que no es un caballero”.

Un poco de prudencia, por favor.
Alf Duran Corner

 

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