ANGUSTIA EXISTENCIAL

Focus: Sociedad
Fecha: 23/10/2009

Podría ser el título de una obra de Samuel Beckett, aunque desgraciadamente no es así. La angustia viene en buena medida determinada por un estado de ansiedad que persiste y del que el sujeto no sabe como salir. En algunas ocasiones es la antesala del suicidio.

Estos días se ha hablado mucho en los medios de los suicidios acaecidos entre el personal de France Telecom, antigua empresa pública que fue privatizada y que ha sido sometida a un severo proceso de reestructuración.

Se dirá que veinte suicidios en una empresa de 100.000 empleados no es una cifra estadísticamente significativa. Es cierto, pero sí es significativa en términos de moral social. Alguna gente llega hasta estos extremos porque está al límite en su situación laboral. La mayoría de los trabajadores van a su trabajo porque no tienen más remedio. No son felices con lo que hacen, pero no pueden prescindir de ello.

Después de la euforia inicial del primer trabajo, han aprendido a desencantarse y han llegado a la conclusión de que, con contadas excepciones, la mayoría de las empresas (sus accionistas y directivos) no se sienten comprometidas con las personas que allí trabajan.

La retórica de que “los empleados son nuestro mejor activo” se ve contradicha en el día a día de la empresa. Estamos volviendo a un taylorismo camuflado, en el que se monitoriza cualquier acción, cualquier palabra, cualquier gesto. En los grandes almacenes japoneses, unas cámaras controlan y cuantifican las sonrisas de sus cajeras.

Incluso en aquellas empresas que alcanzan sus objetivos y se vive un clima de entusiasmo (en muchas ocasiones plagado de un infantilismo ridículo, que ha hecho de los espacios de relax, parques temáticos en miniatura), permanece soterrado el riesgo de un despido, de un cambio, de una humillación encubierta.

Por eso la gente se limita a cumplir para alcanzar el standard y guardan sus ideas, cuando las tienen, o las usan puntualmente si la ocasión es propicia.

Estamos en una sociedad de “alto riesgo”, pero no se puede vivir eternamente con esta espada de Damocles encima.

Y si la única solución es más fútbol y más basura televisiva, podremos quizás acotar la tasa de suicidios, pero tendremos que ampliar nuestros centros de salud mental.

Alf Duran Corner

 

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