ANTIPUJOLISMO

Focus: Política
Fecha: 01/12/2022

He visto la serie de David Trueba sobre la familia Pujol. Me ha resultado estimulante, aunque padece de un sesgo inicial que queda expresado en el propio título (“La Sagrada Familia”). Se da por sentado connotativamente que son todos culpables, incluido el President por consentir los supuestos pecados de su esposa y de sus hijos.

Que un juez de la Audiencia Nacional (antiguo Tribunal de Orden Público) les acuse nada menos de ser una organización criminal, no me hace cambiar mi opinión sobre la obra política del señor Jordi Pujol y su impacto en la sociedad catalana. Estoy acostumbrado a hacer balance de todo, y en el caso del President el saldo es a mi juicio totalmente favorable.

No hay que olvidar (hay mucho desmemoriado) que Jordi Pujol fue un demócrata antifranquista desde su primera juventud y como tal fue torturado, vejado y encarcelado. También hay que reseñar que muchos de los que lo han criticado y denunciado gozan de un notable pedigrí vinculado al dictador.

No suelo dar explicaciones sobre lo que hago o dejo de hacer, aunque ahora quiero reconocer públicamente que nunca lo voté. Me he movido siempre en el ámbito de la economía privada y no estoy adscrito a ningún catecismo político. Desde la distancia, admiro su capacidad como hombre de gobierno.

Nunca fue independentista, pero cuando lo presionaron para que renegara de ello a cambio de un trato de favor, no aceptó el juego sucio.

Él ha vivido siempre de una forma austera y su único interés ha sido Catalunya. Seguramente por ello, cuando ejercía de banquero, puso su proyecto sobre la nación por delante de la gestión de riesgos. Se equivocó. Si se considera “corrupción” financiar proyectos industriales, culturales y artísticos de improbable viabilidad, fue corrupto. Y ahí queda todo. Pero si analizamos los balances de los bancos de la época y el silencio del Banco de España frente a sus manifiestos desequilibrios financieros, nos hemos de preguntar por qué se intervino Banca Catalana y por qué no otros bancos en parecidas circunstancias.

Y la posterior querella del fiscal del Estado contra Jordi Pujol, como presidente del banco, y contra distintos miembros del consejo de administración (querella que luego el presidente González  –en plan perdonavidas–  hizo retirar) era simplemente un aviso de lo que podría ocurrir más adelante. Que ocurrió.

La serie nos cuenta toda la basura que ha movido el Estado español para limitar primero y cortar de raíz después, cualquier intento por recuperar las bases primigenias de la nación catalana. Si la familia Pujol es “una organización criminal”, yo no sé qué serán todos estos tipejos que han mentido, sobornado, calumniado, falseado, prevaricado y lo que usted quiera, para hundir la carrera política y la vida personal de cualquier individuo catalán que les plantara cara. A ellos no los procesa nadie y siguen tan frescos viviendo del dinero de los contribuyentes.

Sobre el delito fiscal de no declarar la “deixa” de su padre (que no era para él, sino para su mujer y sus hijos), fue un delito que compartió con miles de españoles, que luego fueron amnistiados graciosamente por el gobierno del PP. Si no lo declaró en su momento, supongo que fue porque creía que podía afectar a su carrera política. En esto se equivocó y la nutrida brigada de las cloacas lo ha aprovechado.

La serie también permite ver al conjunto de resentidos que han hecho del antipujolismo una religión. Muchos de ellos pertenecientes a la fauna del periodismo canalla, tan querida por los españoles. También se cuela la opinión de algunos intelectuales profesionales, siempre arrimados al pesebre del Estado. Sus comentarios los delatan, como cuando un conocido arribista interpreta que el paso por la cárcel del joven Pujol incorporaba una voluntad de legitimarse o cuando otro de los obsesos comenta (sin probar nada) que la familia retiró sus acciones en Banca Catalana, antes de que ésta quebrara. Toda esta fauna forma parte de la “izquierda caviar”, una falsa izquierda que gusta de practicar la “caza de brujas”, al mejor estilo mccarthysta.

Salen muchos personajes, pero de largo los más interesantes y creíbles son para mi Josep Pujol Ferrusola (que aguanta los embates, argumenta muy bien, asume los errores y critica lo que él cree criticable en su padre) y sobre todo (y para mí ha sido una sorpresa) Lluís Prenafeta, un personaje que ha sido demonizado y que en la serie ordena la historia compartida con un grado de rigor y serenidad más que notables.

Recomiendo que los catalanes vean esta serie y juzguen por ellos mismos. Yo ya he emitido mi juicio y lo hago a favor del President y de su trayectoria, mal que le pese a la Audiencia Nacional.

 

 

Alf Duran Corner

 

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