CAMBIOS MORFOLÓGICOS
Focus: Política
Fecha: 17/10/2014
Se dan en el hombre y en la mujer a lo largo de la vida, sobre todo en la primera adolescencia y en la vejez. Afectan a nuestros órganos, a nuestro sistema fisiológico, a nuestros mecanismos de respuesta. Nos ayudan a tomar conciencia de nuestra condición física, de los cambios predecibles, del proceso natural de envejecimiento. Hemos de asumirlos y vivir con ellos.
Estos cambios también se producen en los cuerpos sociales, en las colectividades, en los grupos humanos. Por eso conviene ser prudente con el uso de ciertas categorías analíticas, que debemos contextualizar para comprenderlas mejor.
En Catalunya y en pleno “desarrollismo” franquista (mediados de los sesenta) surgió un colectivo de condición burguesa, que intentó desclasarse teóricamente para acercarse a los deseos de libertad del pueblo llano. Muchos de ellos acabaron aparcando su discurso y limitándolo a la libertad sexual. Aquellos “progres” (la generación Boccaccio) se autodefinieron como “gauche divine”, aunque el paso de los años (cambios morfológicos) los llevó mucho más tarde al Foro Babel y a la defensa del nacionalismo españolista. Pertenecían a la derecha libertaria, aunque no eran conscientes de ello o procuraban ocultarlo. Freud ya nos avisó de que con el tiempo todo vuelve al origen.
También en Catalunya, por la misma época, afloraron varias corrientes antifranquistas de mayor calado, comprometidas en la lucha contra el dictador. Se identificaban con la izquierda marxista, aunque al llegar la “transición” la mayoría optó por la reforma y pasó a formar parte de la clase política, que ha vivido y sigue viviendo de los presupuestos generales del Estado. Pasaron del estalinismo al eurocomunismo, y, cuando cayó el muro de Berlín, acabaron en el posibilismo. Pero siguen manteniendo el lenguaje retórico de la izquierda.
Tanto los primeros como los segundos tienden a “firmar manifiestos”, inveterada costumbre heredada de aquellos años funestos, en los que nos refugiábamos en los papeles porque no nos atrevíamos a ir más lejos. Ahora, la “derecha caviar” (no nos confundamos con las etiquetas) y la “izquierda rancia” han expresado públicamente su rechazo visceral a la independencia de Catalunya. Lo han hecho en Madrid y en Barcelona, utilizando plataformas españolistas. No dan razones, no argumentan, no presentan alternativas. Mezclan conceptos de una forma burda, que les habría hecho enrojecer de vergüenza hace cuarenta años.
Esa combinación de viejos carrozas y jóvenes trepadores constituye un cóctel aguado. Los primeros han perdido el sentido de la realidad. Los segundos ni siquiera saben lo que es esto.
Dice el clásico que
“qui n’a pas l’esprit de son âge, de son âge a tout le malheur”.
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