CAPITALISMO MADRILEÑO
Focus: Política
Fecha: 01/06/2012
La Revolución Industrial tuvo su origen en Inglaterra, en el período comprendido entre la mitad del siglo XVIII y el primer tercio del XIX. La Revolución Francesa (1789) y la Revolución Americana (1788) acabaron con el antiguo Régimen y consolidaron el papel de la burguesía como nueva clase hegemónica.
El Estado Español quedó políticamente aislado de estos fenómenos, y sólo en Catalunya y Euzkadi (naciones sin Estado) prendió la mecha de la industrialización, lo que produjo una acumulación de capital y potenció al empresariado.
Madrid, como villa y corte, siempre ha estado muy poco interesada en el trabajo de producir (si bajas a planta te ensucias las manos), y cuando lo ha hecho ha sido a regañadientes, sabedora de que sus capacidades van por otro lado. Ellos han vivido y siguen viviendo de la “intermediación”, de obtener favores, comisiones, ayudas, concesiones, etc., gracias a sus vínculos con el poder. Monarquía, dictadura, democracia, tecnocracia o lo que venga, son simples “formatos” en los que las élites políticas y económicas de la capital se mueven felizmente. Son “conseguidores”, “facilitadores”, y ello les basta.
Por eso el capitalismo madrileño es muy sui generis. Vive pegado al BOE, pues el Estado es su principal cliente y, a su vez, su principal aliado. Las grandes empresas de obras públicas, los monopolios privatizados y la gran banca constituyen el núcleo del poder. Y ahora están en horas bajas. Las primeras porque están muy endeudadas y se les ha acabado el maná de las infraestructuras públicas; las segundas porque han tenido que aterrizar (y seguirán aterrizando), después de sus alardes latinoamericanos en sectores comprados a precio de saldo, y la tercera porque los activos de sus balances están bajo sospecha internacional.
El escándalo de Bankia no es ninguna novedad. El constante movimiento de entrada/salida entre destacados militantes del PP, y también del PSOE, que se incorporan como directivos, asesores o consejeros al grupo de empresas mencionadas y luego vuelven a sus poltronas en la administración del Estado, es algo normal. La mayoría de ellos son unos incompetentes, tanto en la función pública como en la privada. Pero tampoco esto es muy relevante, pues trabajan en sectores protegidos, al margen de la libre competencia y de un mercado abierto.
No son empresarios, ni emprendedores, ni managers profesionales. Tampoco lo pretenden. El negocio lo hacen en sus visitas al palco del Bernabeu, como sus antecesores los hacían acudiendo a Palacio. Es un capitalismo cañí, que cree que la modernidad está en el AVE. Y es que el conocimiento es acumulativo y no se puede pasar en un santiamén de la cabra a Internet.
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