CARTA A LOS REYES
Focus: Sociedad
Fecha: 22/01/2016
No a los “reyes magos”, que pasaron hace ya unos días por millares de hogares en la gran fiesta anual del consumo compulsivo. Se comprende este comportamiento. Muchos reflexionan así: Antes de que vuele el poco dinero ahorrado en alguna de las movidas del lobby bancario, antes de que nos cobren por custodiar (en teoría) nuestro dinero, gocemos del aquí y ahora. La madre naturaleza proveerá.
En nuestro caso, esta carta tiene un destinatario simbólico, probablemente huido ante tanto desconcierto. Mis “reyes” tienen poca lírica, son fríos y distantes. Tratan de ser objetivos. Se guían por la razón y el compromiso, como criterios morales. Poca cosa más.
A estos reyes les pedimos para el 2016:
- Que destapen el drama de los flujos migratorios que han llegado a Europa en los últimos dos años. ¿Cuántos son, dónde están, cuál es su futuro? ¿Quién es el responsable de gestionar su asentamiento y de qué manera? ¿Por qué los medios de comunicación ya no les prestan atención?
- Que pongan orden en el desbarajuste de la Unión Europea. Tenía razón Kissinger cuando decía que si tenía que hablar con alguien en la UE para tomar decisiones conjuntas, no sabía con quien hablar. ¿Quién manda aquí? ¿Están dispuestas las clases dirigentes de los Estados miembros a perder poder en aras a una unión política de amplio espectro o seguirán las ambigüedades? El referéndum en el Reino Unido para decidir su continuidad en la UE será la prueba de fuego.
- Que paren de una vez el conflicto bélico sirio y territorios adyacentes, que se ha transformado en un campo de juego de los intereses estratégicos de las grandes potencias y de las dictaduras árabes del Medio Oriente. Los bombardeos indiscriminados alimentan el odio y fomentan el terrorismo de las bases populares. El peor de los terrorismos es el terrorismo de Estado.
- Que impongan una moratoria mundial en el tema de la Deuda Soberana. Cuando los intereses de la deuda son la parte más importante de los Presupuestos Generales de un Estado, ese Estado acabará quebrando financieramente, con el impacto social y político que esto lleva aparejado para los ciudadanos de a pie.
- Que se replanteen las formas y modos de medir el progreso de la humanidad. Seguimos sodomizados por el crecimiento del PIB, lo que nos ha llevado a una hipertrofia, con profundos desequilibrios macroeconómicos.
- Que presten atención a la demografía, la ciencia social más olvidada y, sin embargo, la que exige mayor cuidado. La esperanza de vida, la tasa de fertilidad, los cambios poblacionales, la educación, la sanidad, las prestaciones sociales. ¿Cómo se puede organizar todo esto para ser eficiente y eficaz, dentro de los límites impuestos por la propia naturaleza y el entorno?
- Que fomenten la cultura democrática y que den libertad a los pueblos para elegir su propio destino. Todos sabemos que las fronteras entre las naciones son fruto de los intereses bastardos de los poderosos, que impusieron su ley a sangre y a fuego. Las Naciones son más antiguas que los Estados. Las primeras son agrupaciones naturales que comparten una lengua, unas ideas, unas creencias, unas costumbres, unas maneras de interpretar la realidad, unos mitos, unos héroes. Eso que los antropólogos llaman una cultura. Los segundos son aparatos administrativos impuestos a las naciones.
- Que reduzcan el peso del Estado en aquellos capítulos que no generan valor para la sociedad (en especial en Defensa) y en aquellos otros en los que quieren competir con la iniciativa privada. Que aligeren el peso del funcionariado, evitando solapes y aprovechando las tecnologías de la información y la comunicación para automatizar tareas y funciones. Que desbloqueen el corsé de procedimientos que desincentivan a los emprendedores.
- Que controlen a la gran Banca privada y también a los Bancos Centrales, que actúan como órganos independientes del poder político (lo que en principio está bien) pero no tan independientes de los intereses privados. Que les recuerden a diario que los contribuyentes los hemos salvado del naufragio.
- Que acaben con las “puertas giratorias” que permiten el movimiento de los políticos profesionales de lo público a lo privado y a la inversa. Si la política de verdad es una voluntad de servicio a la sociedad, no puede haber desvíos aprovechados. Esto pasa también por remunerar justamente a quiénes toman ese camino.
No les vamos a pedir más. Sólo queremos el “bien”, en el sentido genuino del término. Como explican muy bien Edmonds y Edinow (“El atizador de Wittgenstein”) y refiriéndose a George E. Moore:
“En los Principia Ethica, Moore argumenta que el “bien” es por esencia indefinible por la ética, un poco como sucede con el color amarillo. “El bien es el bien – escribió – y eso pone punto final a la cuestión”. Puso la etiqueta de “falacia naturalista” al error de tratar de formular el bien en otros términos. Se trataba de un error similar al que el filósofo del siglo XVIII David Hume afirmaba que se comete cada vez que se intenta hacer derivar un “deber ser” de un “es”; esto es, cuando se pasa del hecho al juicio de valor. Desde un punto de vista lógico, es imposible pasar de la descripción de un estado de cosas (“Hay gente muriéndose de hambre en Burundi”) a la formulación de un juicio moral (“Deberíamos enviarles dinero”): uno no es consecuencia “lógica” del otro. Entonces, ¿cómo sabemos que es lo que debemos hacer? Moore pensaba que llegábamos hasta el bien mediante la intuición, que sería el ojo moral de la mente. Percibimos el bien exactamente igual que vemos el color amarillo. En lugar de los padres, los profesores, el Estado o la Biblia, la conciencia se erige en la autoridad moral que nos gobierna”.
Avivemos la conciencia de nuestros “reyes” y hagamos lo propio con la nuestra. Por cierto, ¿cómo tiene su conciencia amigo?
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ADIÓS ESPAÑA
Crónica de una ruptura anunciada. 2010-2015
Alfonso Durán-Pich
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