CATALAN POWER

Focus: Economía
Fecha: 25/01/2018

En los últimos tiempos se ha reconocido, aunque muy tardíamente, que la racionalidad del comportamiento económico es más que discutible y que una lectura mecanicista del modelo ha producido y produce muchos equívocos.

La lectura integrada de la economía con otras ciencias sociales (en especial con la psicología, la sociología y la antropología) permite comprender los mecanismos que llevan a los actos de compra, consumo, inversión, etc. Incluso la academia ha acabado aceptando esta realidad, otorgando el premio Nobel de economía a un estudioso como Daniel Kahneman, de formación psicológica de base, y en la actualidad uno de los más relevantes conocedores del proceso de toma de decisiones. No es de extrañar pues que la escuela económica conocida como behavioral economics se haya abierto paso con fuerza. Otro buen ejemplo lo tenemos en Richard Thaler, también premio Nobel de economía, de formación económica de base, pero que obtuvo la distinción por “construir un puente entre la economía y el análisis psicológico”.

Introduzco el tema porque estoy harto de oír, muy a mi pesar, los comentarios de los identificados como “expertos” respecto a la economía de Catalunya, su realidad, su potencialidad, los escenarios de futuro, sus debilidades, sus zonas de riesgo, etc. Todo ello, claro está, para explicar que si la coyuntura económica ofrece interrogantes es debido a la “deriva independentista”, y que si se vuelve al redil, todo se recuperará e iremos mucho mejor.

Aprovecho para recordar a los fabricantes de códigos que “deriva” significa simplemente un cambio de rumbo y no tiene necesariamente connotaciones negativas. Y en este caso el cambio obedece a que a muchos ciudadanos catalanes no nos gusta continuar la ruta que nos habían marcado y hemos optado por una ruta propia. Vamos a ver si nos entendemos y hablamos claro.

La economía catalana es muy potente y lo sigue siendo, tanto desde la oferta como de la demanda. Y lo es a pesar de los efectos negativos causados por un gobierno central de funcionarios ineptos y políticos corruptos. Y lo es a pesar de la cronificación del déficit fiscal con el Estado (por cada euro que pagamos de impuestos, apenas nos quedan 55 céntimos), a pesar de la infrainversión en infraestructuras clave (que impide la buena gestión logística de nuestras ventas al exterior), a pesar de pagar una energía cara gracias al oligopolio orquestado desde el franquismo, a pesar de los bloqueos a decisiones de política económica del gobierno de la Generalitat bajo la mano directa del Tribunal Constitucional, a pesar de las limitaciones para que podamos emitir Deuda Pública en el mercado de capitales, a pesar de que nos prestan dinero (el FLA), nuestro dinero, (que antes ya se han quedado al retener parte de nuestros impuestos -los 45 céntimos restantes del euro-), y nos lo prestan a un interés viciado.

Pues esta economía catalana (tan castigada por los enemigos de la economía de mercado), sigue siendo la más potente del Estado. Y lo es por varias razones: porque es una economía abierta (que supone unas amplias relaciones con el resto del mundo, tanto en exportaciones como en importaciones), porque es una economía diversificada, por el peso del sector manufacturero, por los clúster industriales y sus servicios periféricos, por el valor añadido que genera, por su propia territorialidad que le da un valor geoestratégico, por sus índices de productividad (en especial en el sector secundario), por la tipología de la mano de obra, por los centros educativos de carácter técnico, por sus escuelas de administración de empresas, por su espíritu comercial, por una cultura centenaria acostumbrada a la transacción, por su espíritu emprendedor, por las instituciones civiles vinculadas a la economía real.

Por todo esto los activos no se mueven, ni los físicos ni los humanos. Y no lo hacen porque los empresarios de verdad saben que las condiciones objetivas de Catalunya son inmejorables para los negocios. Que las sedes sociales y/o fiscales se desplacen a otro lugar (con la ayuda orquestada del gobierno central) no tiene ningún impacto económico. Cháchara para que los medios españolistas y sus empleados creen el temor de que el “Titánic se hunde”. El Titánic no se hunde porque no es un barco de lujo (para políticos en reserva) sino un destructor bien pertrechado. Catalunya es una anomalía en un Estado anclado en el siglo XIX, que no hizo la Revolución Mercantil y tampoco la Revolución Industrial. Y es que – como ya he dicho muchas veces – “no se puede  pasar de la cabra a Internet”, o, lo que es lo mismo, de una ganadería de trashumancia (la de la Mesta) a las empresas de Capital-riesgo (Private Equity). Las rupturas epistemológicas exigen una lógica interna alejada del pensamiento castellano dominante.

Si en la actualidad la economía catalana está en stand-by (aunque sigue creciendo), el único responsable es el gobierno del Partido Popular, que forzó una recusación de un Estatut catalán de mínimos, presionó a un Tribunal Constitucional politizado para que lo transformara en un Estatut de “la señorita Pepis”, no aceptó negociar un Pacto Fiscal (también de mínimos), se negó a un Referéndum pactado, creó una mayor inseguridad jurídica a través de la operación “A por ellos”, destituyó al gobierno catalán legítimo, intervino las finanzas de la Generalitat y acabó implantando la aberración jurídica del 155. El proyecto independentista es mero espectador del caos organizado.

Uno de los principales problemas del Estado Español  es que su cultura de funcionarios (indicador antropológico) les impide comprender el hecho económico. El dinero que mueven no es suyo, por lo que pueden permitirse cualquier veleidad, cueste lo que cueste (concepto de “azar moral”).

El comportamiento económico en términos de compra, consumo,  ahorro o inversión es muy complejo. No se solventa con policías en la calle y jarabe de palo. Han roto el equilibrio y no será fácil reestablecerlo.

El dinero es miedoso (indicador psicológico). Dejen de amedrantar al personal por razones ideológicas. Retírense a sus cuarteles mentales. Traten de comprender (sé que supone un gran esfuerzo) que su forma de ver el mundo (su Weltanschauung) no tiene nada que ver con la nuestra.

Endarrera aquesta gent tan ufana i tan superba!

 

Alf Duran Corner

 

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