CONTRA EL PENSAMIENTO UNICO

Focus: Política
Fecha: 19/04/2022

Cualquier fenómeno de cualquier naturaleza puede tener distintas lecturas según el plano desde el que se analice. Todas pueden ser auténticas y solo se comprende la globalidad si se integran en un todo común, en el que aparece el núcleo, la estructura y la periferia del fenómeno.

En el caso del conflicto de Ucrania, los medios de información del mundo liberal-conservador se han quedado en la periferia, que permite una lectura emocional del tema. Y lo han hecho de forma unánime, como siguiendo un guion pre-establecido. Nos hablan de muerte y de destrucción, de buenos y malos, de héroes y villanos. Incluso le han puesto una marca: “la guerra de Putin”. Como ya dije en una reciente ocasión: Nos toman por idiotas.

Una primera reflexión de carácter filosófico-religioso nos lleva a citar el maniqueísmo, un pensamiento religioso de origen persa surgido en el siglo III, que concibe el cosmos como una realidad dualística enfrentada: el bien y el mal. No hay matices ni zonas grises. Ni puntos fuertes, ni puntos débiles. O se es bueno o se es malo. El maniqueísmo ha hecho fortuna porque resulta cómodo cuando no se tienen razones suficientes para contrastar opiniones. Nos quedamos en la superficie. ¿Qué dice el catecismo dominante sobre este fenómeno? Lo que dice es bueno y lo contrario es malo. Así se ha hecho con el conflicto de Ucrania, aderezado además con imágenes que despiertan nuestros sentimientos más elementales.

Es por ello que para acercarse con un mínimo de rigor a este conflicto, hay que acudir a fuentes ajenas al barullo mediático convencional. Y en este caso, por razones obvias, nos hemos documentado de fuentes norteamericanas, país cuyo Estado es uno de los principales protagonistas del evento. Hemos de añadir que en contra de lo que algunos analistas puedan opinar, Estados Unidos y su complejo mecanismo de equilibrio de poderes (“check and balance”) permite que afloren informes muy precisos y objetivos de la realidad mundial, tanto en el ámbito político, como en el económico o en el social.

En este caso hemos gozado de dos entrevistas (una publicada en “Skeptic” y otra en el “The New Yorker”). En la primera Michael Shermer, reputado historiador de la ciencia, entrevista a Oliver Stone, uno de los grandes directores de cine americanos, con extensa obra premiada, tanto en películas como en documentales. Uno de esos documentales (2017) consistió en una serie de entrevistas con Vladimir Putin. En la vida de Oliver Stone hay una parcela que le marcó personalmente: luchó en la guerra de Vietnam, donde obtuvo dos “Corazones Púrpura” y una “Estrella de Bronce”. Es un veterano de guerra, no un turista accidental.

En la otra entrevista, el conocido colaborador de “New Yorker”  Isaac Chotiner, especializado en extensas entrevistas con figuras relevantes de la política y de la sociedad norteamericanas, dialoga con John Mearsheimer, uno de los grandes científicos políticos del mundo anglosajón, que desde su cátedra en la universidad de Chicago postula la teoría del “realismo ofensivo” sobre la lucha entre países por la hegemonía mundial.

La riqueza intelectual de estas conversaciones no cabe en esta columna, por lo que me limitaré a presentar las ideas clave que han ido surgiendo a través de los debates.

 

Del tándem Shermer – Stone

 

Del tándem Chotiner – Mearsheimer

 

 

Es como si hubiéramos abierto una ventana y el aire fresco hubiera penetrado en la habitación y nos hubiera recuperado de nuestro aburrido letargo. Cuatro ciudadanos norteamericanos independientes, de reconocida valía en sus campos, explican al mundo el porqué de todo ello. Saben de qué hablan, tienen experiencia directa, se han documentado. No les importa hacer autocrítica sobre su propio país. No se ocultan bajo ninguna bandera.

No se quedan en la superficie (las bombas, los refugiados, los edificios destruidos). No se trata de saber lo que pasa (ni en esto ni en nada). Hay que ahondar y tratar de averiguar el por qué. Hay que pasar de la información al conocimiento.

Y en eso estamos.

 

 

  

Alf Duran Corner

 

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